Cruzar la meta

 

2unnamedLa vida del hombre se expresa como un continuo desde el nacimiento, que se va llenando de contenido  durante su  transcurrir con múltiples experiencias. Estos acontecimientos  en ocasiones  dolorosos  y  en ocasiones plácidos van conformando la biografía de la persona y le van otorgando sentido  y finalidad;  La finalidad común  a toda persona  es la experiencia de la muerte. Esta experiencia es transversal  y universal,   y se antoja como un episodio final, que tras  un transcurrir salpicado por  dificultades y  alegrías se presenta como epílogo lejano e  irremediable.

La vida se presenta como un fluir incesante  que se  interrumpe en su momento final,  tal como cantaba Jorge Manrique en los albores del  Renacimiento  en las elegíacas coplas por la muerte de su padre:

(III) “Nuestras vidas son los ríos, que van a dar en la mar, que es el morir”,

En sus coplas finales incluso presenta a la muerte como cortés y considerada, tratando con respeto y piedad al “muerto “ muy alejada de la imagen de sufrimiento y agonía , pidiendo respetuoso  permiso atendiendo a la dignidad de la vida y las  acciones  de don Rodrigo.

(XXXIII) “….En la su villa de Ocaña, vino la muerte a llamar, A su puerta. (XXXIV) diciendo: << Buen Caballero, dejad el mundo engañoso, y su halago; vuestro corazón de acero, muestre su esfuerzo famoso, en este trago;>>.

Este tránsito lo realiza don Rodrigo de forma  dulce,  como el río que llegado a su estuario se abre al mar y acompañado de su familia y cercanos  entrega la vida voluntarioso, habiendo completado el trayecto de la misma  de una forma noble,  con sentido y jalonada de actos gloriosos y leales. Como no podía ser de otra manera, sin cometer locura,  el caballero da  su alma a su creador habiendo completado el trayecto que Dios le había dispuesto

(XXXVIII) “ …Y consiento en mi morir, con voluntad placentera clara y pura, que querer vivir , cuando dios quiere que muera , es locura “ 

(XL)  “ Así , con tal entender, todos sentidos humanos, conservados, cercado de su mujer, y de sus hijos y hermanos, y criados, dio el alma a Quien se la dio que aunque la vida perdió, dejonos harto consuelo, su memoria”

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Esta metáfora de la vida  como un fluir contínuo  o un  camino a recorrer se repite desde la Edad Media  dándonos a entender  el sentido de la  misma como un transcurrir hacia un final  que llegará al caer la tarde y con ella la noche, como cantaba Antonio Machado en sus soledades 

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!…
¿A dónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero…
—La tarde cayendo está—

Este transcurrir contínuo de la vida  es la carrera contra el  tiempo, “tempus fugit” en el que existe un sentido en la carrera  hacia delante, hacia ese final previsto. Esa carrera  tiene numerosa curvas, tiene  dificultades montañosas  o de terrenos abruptos, tiene momentos  eufóricos de plenitud y tiene  momentos de debilidad pero tiene un sentido hacia ese final acordado de antemano  y entendido por todos como irremediable. Pero esa carrera aunque sea en grupo , en equipo o en pelotón  tiene el componente de ser  la mayoría de las veces una  carrera de fondo y conlleva la soledad del corredor de fondo   en la que de manera individual nos enfrentamos al mundo, un mundo de lucha,  de coraje,  de agotamientos y de recuperaciones y en el que de manera individual debemos decidir sobre las dificultades de la prueba, ya que sólo cada uno de nosotros calzamos nuestras botas , cada uno de nosotros   intuímos nuestras fuerzas y conocemos nuestras metas a cumplir. Con lo que sólo de manera individual conocemos el sufrimiento que nos ocupa la carrera  y sólo si el llegar a la meta  nos alivia el dolor del esfuerzo o éste se convierte en un sufrimiento sin sentido. Como toda carrera,  la vida  puede verse interrumpida de manera brusca, no anticipada y no esperada.  En un parpadeo, en un  ictu oculi”,   como reflejó maravillosamente el pintor barroco  sevillano Juan Valdés Leal,  todo cambia;  el río se desborda, el camino se embarra o llega la lesión y el colapso físico.

Es en éste momento cuando la individualidad  del corredor aparece.  Las metas, el sentido de la carrera, el dolor admisible, la capacidad  de aguante o  el abandono  por el sufrimiento sinsentido.  A nuestros ojos de espectador  aparecen múltiples escenarios paradigmáticos del dolor y el sufrimiento  pero cada uno de ellos  llevado a hombros por una persona individual que calza sus propias botas.

gabrielle-andersenEl caso  de Gabriela Andersen-Schiess en los Juegos Olímpicos de los Angeles  1984. En la que se ve como el dolor  físico  y el sufrimiento amenazan la integridad de la persona, pero el sufrimiento  se mitiga  por el ansia de trascendencia personal en alcanzar una meta y con ello una plenitud en su carrera deportiva como ella explica

El caso de Derek Redmond en la semifinal de  400m  supone la irrupción  de la enfermedad de forma brusca y definitiva para no alcanzar la meta y demuestra la importancia del acompañamiento, del respeto de la dignidad  del paciente, corredor en este caso,   realizada por su padre.

 

 

El caso de Callum Hawkins en los juegos de la Commonwealth 2018 ocupa el caso en que el colapso físico y mental es superior a cualquier forma de alivio, independientemente de los cuidados que se le apliquen y en el que el respeto al corredor implica el abandono de la carrera y el cuidado  y la atención del atleta   cuando todo termina y  el sufrimiento  físico y psíquico y el dolor  no son   https://www.youtube.com/watch?v=_QKIfpMag9k

SUFRIMIENTO Y SINSENTIDO

La vida humana debe tener un sentido: Tener sentido tiene dos acepciones,  por una parte entendido el sentido como una  finalidad para que haga inteligible el recorrido y por otra parte una motivación por cumplir dicha finalidad  en la que se comprometen libertades. Cuando la vida tiene sentido, se le da sentido comprometiendo las decisiones que se toman, orientándolas en el cumplimiento de las tareas que le dan dicho  sentido y dirección. Así pues el sufrimiento no puede tener sentido por sí mismo. No es una finalidad en si mismo,  incluso el pensar que el sufrimiento “per se” debe tener sentido siempre y  en cualquier circunstancia  puede tener connotaciones de maleficencia.  Pero se puede encontrar el sentido, “a pesar” del sufrimiento, cuando existe  una finalidad en la que comprometemos nuestras decisiones y libertades. Lo que destruye  al hombre realmente es el  “sufrir sin sentido” y contra lo que se debe luchar es contra el sinsentido. Esta lucha contra el sinsentido es la que  hará disminuir la experiencia de sufrimiento.

Existieron durante toda la historia del Olimpismo arduas  y encontradas discusiones sobre la pertinencia de una prueba de Maratón femenina,  en cuanto a la imposibilidad física  de las atletas en poder terminarla. Al final, en el verano de 1984, se autorizó la celebración de  esta prueba en el transcurso de  las  Olimpiadas de los Angeles. En ella participó  la Suiza Gabriela Andersen-Schiess. Gabriela, completamente deshidratada y desorientada a causa del esfuerzo en ese día tan caluroso, y tras haber desaprovechado el último puesto de avituallamiento, comienza a sufrir un fuerte calambre en la pierna izquierda y a tambalearse, a falta de recorrer los últimos 500 metros en el Coliseum  de Los Angeles para finalizar la maratón. Mientras que la ganadora Joan Benoit requirió un minuto y medio, Gabriela precisó casi 7 minutos en recorrerlos, rechazando mientras tanto cualquier asistencia médica, antes de caer inconsciente en los brazos de los médicos en la línea de meta. En su caso dicho sufrimiento tenía una finalidad ya que por las reglas de entonces,  una atención externa la hubiese descalificado y no hubiese podido llegar a  la meta. Su meta era acabar y demostrar que se podía acabar, siendo con 37 años la última oportunidad de demostrarlo, por ella y por las atletas que vendrían después de ella. Eso le dió sentido a su carrera,  a pesar del sufrimiento físico. A pesar de que el sufrimiento no  tenía sentido,  la carrera, la vida, sí lo tenía y ella se lo daba. A raíz de aquella carrera se autorizó  el soporte externo sin descalificación.

Britains-Derek-Redmond-746x1024-746x1024Todo sufrimiento  produce una situación de desgarro, ruptura real o percibida superior al dolor físico tal  como le ocurrió a Dereck Redmond en las Olimpiadas de Barcelona 1992 en la prueba de 400m lisos. Tras  años de  superar lesiones y períodos de convalecencia duros por causas de una lesión  cronificada del tendón de Aquiles, Dereck consiguió clasificarse para las semifinales de los 400m teniendo  grandes posibilidades de obtener una medalla. Al poco de comenzar la prueba,  sufrió  de manera brusca una rotura en la musculatura isquiotibial.  Su sueño se rompió de manera abrupta delante de él. A pesar del dolor y el sufrimiento  por la ruptura de su sueño trató de llegar a la meta. Su padre conocedor  de lo que ésta  prueba  suponía  para su hijo y del sufrimiento más allá de lo físico que padecía  , burló el anillo de seguridad y  decidió ayudarle a cruzar la meta. Cuidar al que sufre  va mucho más allá que ser un soporte frío  o una medicación paliativa. El padre de Dereck conocía la historia concreta, sentimiento, preocupaciones y la experiencia de sentido o sinsentido  que contenía el acabar la prueba. No fue una mera muleta. Con su cuidado potenció la decisión de su hijo de acabar la prueba  a pesar de la vulnerabilidad del dolor y el sufrimiento.

Pero como en el caso de Callum Hawkins  ¿Qué hacer  cuando existe una situación en que el sufrimiento , el dolor, no encuentra sentido?. Cuando estamos ante una situación en la que a pesar del soporte externo y del  acompañamiento  se pierde el sentido y la finalidad  del sufrimiento, ¿se pierde el sentido y con ello la finalidad   de la carrera?  Y…  ¿Qué hacer  cuando esta situación de  dolor y sufrimiento es irreversible, no mitigable y el atleta / paciente lo entiende como inaceptable? Entonces, en ese momento ¿Es lícito  pensar en abandonar la carrera? O… ¿debemos obligar al atleta / paciente a terminar la carrera?

La experiencia de sufrimiento e inaceptabilidad es propia e individual. Aunque relacionado con la intensidad, la percepción está matizada  por la interpretación que hace el paciente de una situación concreta, en función de su biografía, sus creencias y sus valores.

El alivio del sufrimiento es uno de los objetivos centrales de nuestra profesión, debemos dar soporte, debemos aligerar el dolor cuanto se pueda,  debemos bucear en las fuentes del sufrimiento para  ayudar a buscar un sentido, debemos facilitar la actitud de afrontamiento , orientándolo hacia la aceptación y la capacitación, pero ante todo debemos respetar la autonomía de la persona   y debemos respetar cuando éste sufrimiento se vuelve insuperable  e inaceptable y como al atleta que abandona, o que continúa , arroparle  en su decisión.

Eduardo Martín Tamayo,  Alumno X Edición Diploma Bioética

 

Y la muerte morirá

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“Muerte no seas orgullosa” 

Muerte no seas orgullosa, aunque algunos te hayan llamado
Poderosa y terrible, pues tú no eres eso.
Pues aquellos a quienes tú piensas que doblegas
No mueren (pobre Muerte) ni aun tú puedes matarme.
Del descanso y el sueño, que no son sino tus reflejos,
Mucho placer, luego de ti mucho más debe fluir
Y mucho antes nuestros mejores hombres contigo se van,
Descansan de sus cuerpos, y de la entrega de sus Almas.
Tú eres una esclava del destino, el Azar, los Reyes, y desesperados,
Y con veneno, guerra, y enfermedad habitas
Y la adormidera o los encantamientos pueden hacernos dormir también
Y con más facilidad que tu golpe: ¿por qué te hinchas entonces?
Un breve sueño pasado, despertamos eternamente
Y la Muerte no será más: Muerte tú morirás.

 John Donne. Sonetos Sacros

Después de casi 40 años de enfermera, he tenido el privilegio de acompañar a muchos pacientes en el final de sus vidas. De todas las edades, de todos los estamentos sociales, culturales, laborales… La muerte con cara de enfermedad lenta, de accidente cruel, de sorpresa inesperada, de fin de una noche de fiesta de amigos, la de una mujer víctima de su marido, la de una reyerta callejera, la muerte deseada de un suicida, la esperada  de un anciano y la imposible de un niño, la desgarradora de un padre, de una madre, de una pareja amada, de un  amigo del alma, de algunos de mis seres más queridos… ¡demasiadas muertes!

Les he acompañado, he visto sus caras de paz, les he cerrado los ojos y les he envuelto en un sudario, pero no era yo. Les he llorado, he prestado mi hombro y he enjugado lágrimas de madres, hermanos, padres, hijos, nietos, amigos… pero yo estaba dentro de la bata blanca. Una campana protectora y casi impermeable al dolor ajeno, aunque no del todo.

Sólo una no he visto aún: ¡la mía!  Y me cuesta imaginarme cómo será la muerte al otro lado de la bata. Hasta ahora han muerto los otros, pero yo no. Veo muertes de adultos más jóvenes que yo, parecidos a mí, incluso algunos compañeros de trabajo, amigos de mi edad, pero no era yo. He pensado en ello muchas veces, lo he hablado, planificado, meditado, pero no le he visto la cara mirándome a mí, sólo me pasó de cerca, sentí su frío y un abismo hondo y vacío, pero no me miraba a mí y yo lo sabía. Me rondaba de cerca, paro no era a mí a quien buscaba.

Y me pregunto mil veces… ¿cómo será la muerte cuando me mire a mí?

Me gusta este poema de John Donne. Aquí la muerte es un enemigo despreciable, sin ninguna fuerza, incapaz de superar a cualquier otro sueño producido por adormidera o encantamiento. Aquí la muerte no tiene la última palabra, ¡no es nadie! No merece que le tengamos miedo, no puede pavonearse de nada. El autor se muestra seguro de un despertar que dejará a la muerte reducida a nada, a un breve sueño pasado, “Muerte tú morirás”, ¡no serás nadie! “Un breve sueño pasado, despertamos eternamente”.

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Esta gran pintura es muy expresiva. Aparecen distintos náufragos en una balsa. Las condiciones son iguales para todos. Todos están en medio de una gran tormenta, la balsa es pequeña, las posibilidades de salir adelante son muy pocas. Parecen abocados a una muerte segura. De hecho, hay al menos cinco hombres que yacen aparentemente muertos. Otro, pensativo, rendido, ni si quiera parece esperar acontecimientos, ni si quiera mira al frente. A su lado, otro mira hacia arriba como con incertidumbre, con un mínimo de esperanza. Los siguientes cuatro parecen querer ver algo más paro no se atreven a ponerse en pie.

Atrás, junto al pobre mástil, otro grupo quiere convencerse de que hay alguna posibilidad. Los tres de arriba, hasta se atreven a enarbolar un pobre trapo blanco a modo de bandera improvisada, no se ve a nadie que pueda rescatarles, pero mantienen la esperanza de una posible salvación. El cielo ayuda, y, aunque las olas son demasiado grandes, y las nubes tenebrosas, ofrece un claro de luz junto al foco de la tormenta. Tal vez la esperanza no esté perdida. Tal vez para ellos la muerte, esa certeza que tiene tan cerca, es el mismo enemigo despreciable al que habla John Donne. ¡Qué tan diferentes actitudes entre ellos frente a la misma muerte!

No se trata de valor o cobardía, de lucha o de rendición, de deseo o voluntad… se trata de la certeza de que tras la tormenta el cielo sigue siendo luminoso, el sueño será breve y el despertar será a la eternidad.

Margarita Baena-Rodríguez _ Peregrina por la vida

 

 

Recuérdame

 

 

Realizo mi trabajo en el ámbito sanitario. Soy enfermera  y le dedico muchas horas a la salud y a los cuidados. Trabajo en uno de los sitios  más bonitos para estar en contacto con la gente, la  Atención Primaria (al menos a mí me lo parece)

 

Estoy viva  y trabajo en un pueblo maravilloso, donde además de pacientes, tengo familia, vecinos y amigos (motivos por los que me siento más que agradecida). Es más, muchas veces, varios de estos calificativos confluyen a la vez en la misma persona.

Como todas las monedas, esta cara también tiene su cruz. La cara es el trato con las2 personas, la  intimidad y la complicidad que crecen con el tiempo, con los cuidados y con las circunstancias con las que tenemos que lidiar, que en ocasiones se vuelven la cruz y nos provocan tantas pesadumbres. Me refiero a la enfermedad, los accidentes o el tiempo. Que nos llevan inexorablemente al último proceso de la vida, el que nos iguala a todos y el que nos hace   tan vulnerables o tan fuertes.

Como todo el mundo, yo también he sufrido la pérdida de personas muy cercanas y muy queridas, y me gusta recordarlas y sentirlas cerca, siempre llevándolas en el corazón y la memoria

Una manera de transcender después de morir en la que creo sinceramente  es en la memoria. Transciende tu recuerdo, tus genes, tu trabajo, y toda la energía que hemos ido transformando y elaborando en el proceso de la  vida.

En la cultura de la muerte, encontramos tradiciones, ritos y creencias, que tienen mucho que ver con la manera en la que pienso que transcendemos o que perduramos. Por eso he decidido hacer este post.

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Reconozco que  una de las fiestas y tradiciones más espectaculares, alegres y coloridas es la celebración del Día de Muertos en México y en general en Mesoamérica. Tiene lugar los días 1 y 2 de noviembre y está vinculada a las celebraciones católicas del Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos. Los pueblos originarios celebran el Día de los Muertos, sin llanto ni luto sino con bailes, chicha, guirnaldas de flores y la alegría de saber que sus difuntos vuelven a visitarlos.

Día de muertos en que  las tradiciones de esta celebración incluyen visitar a los seres queridos que ya partieron en los cementerios y preparar altares para recordarlos. Es solo durante estos días que las almas de los seres amados pueden volver del más allá para estar cerca de los suyos.

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Adentrarnos en mucha profundidad en este tema me costaría probablemente mucho más que un post, así que me voy a centrar en una de las creencias de este día que para mí es la más sentimental, que es la llegada de las almas.  El momento al que alude  mi post, es  el momento “mágico” en el que   «tradición y recuerdo» se mezclan y se produce un intercambio energético y circular entre los vivos y los muertos. Un compartir que da razón de la existencia de uno y del otro. La vida no es lineal, no es nacer, crecer y morir sino que es un ciclo: el cuerpo vuelve a la Tierra,  pero el espíritu, la energía, el alma, se va a otro plano y ese día se abre una puerta y vuelven a visitarnos, por lo que hay que esperarlos con alegría.

5Merece la pena ver  una peli que resume muy bien todo esto y que a mí por lo menos me encanta y que os aconsejo a todos los que os gusten las pelis de dibujos animados. Seguro que ya sabéis que me estoy refiriendo a la peli, Coco. Una vez más Pixar en colaboración con Walt Disney me hace llorar, pero llorar mucho, llorar con ganas, con desahogo, llorar con la esperanza de que  seremos recordados como una extensión más allá de nuestra vida física  y llorar  con el recuerdo de aquellos a los que ni la enfermedad nos va a poder hacer olvidar.

 

 

El final de mi pequeña reflexión quiero que sea un  regalo para mis abnegados compañeros  y profes de la X edición del diploma de especialización en Bioética de la EASP  y para todo el que haya   tenido la paciencia de leer hasta el final. Esta canción es la  versión que aparece en la película de Coco interpretada  por Angélica Vale y Marco Antonio Solís, de “la Llorona”. Deseo que os guste y la disfrutéis. ¡A mí me encanta!.

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Espero haberos aliviado un rato del confinamiento al que nos tiene sometidos el Covid-19.

Carmen Rosa Moreno Serrano

(Alumna de la X edición del Diploma de especialización de Bioética de la EASP)

Peñarroya-Pueblonuevo a 16 de marzo de 2020.

 

 

Si es posible, con una sonrisa

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Las alas de la vida

FICHA TÉCNICA

Dirección: Antoni P. Canet
Guión: Jorge Goldenberg, Carmen Font, Francesc Hernández, Xavi Garcia-Raffi, Carmen Santos, María Tomás, Antoni P. Canet
Fotografía: Alejandro Plá
Música: Carlos Cristos, Enric Murillo
Sonido: Kiku Vidal Montaje: J. Carlos Arroyo
Diseño gráfico: Manuel Boix
Idea original: Carlos Cristos
Producción ejecutiva: Enrique Navarro, Enric Alcina, Antoni P. Canet.
Producción: Gorgos Films País y año de producción: España, 2006

Sinopsis: El médico Carlos Cristos, que a sus 47 años padece una enfermedad terminal, llama a un director de cine amigo suyo y le propone que registre su lucha por vivir y morir dignamente, sin dramatismo, y «si es posible con una sonrisa», acompañándolo en el tránsito entre la vida y la muerte. (FILMAFFINITY) Premio: 2006: Seminci de Valladolid: Mejor documental

Críticas:

«Lo que tiene que decir este crítico sobre el presente documental se podría resumir en una frase: todo el mundo debería ver esta película. (…) Contar con ella en la cartelera es un privilegio, algo irrepetible por su propia (y anómala) naturaleza.» Jordi Costa: Diario El País

«Precioso documental (…) un adorable, inteligente, sensible y complejo ser humano llamado Carlos Cristos. Pocas películas sobre la enfermedad irreversible y la cercanía de la muerte me han otorgado tanta vida.» Carlos Boyero: Diario El Mundo

«Impresionante documental (…) doloroso, aleccionador y emocionante recorrido» M. Torreiro: Diario El País

«No existe otra película que tratando el tema de la muerte hable de manera más luminosa sobre la vida». Daniel Arenas: Revista de cine. Encadenados

Banda sonora de la película, Chegando a mil de Carlos Cristos, recomiendo la lectura del post mientras se escucha.

Carlos Cristos, médico de familia, padece atrofia sistémica múltiple, una enfermedad invalidante, progresiva y mortal que no responde a tratamiento alguno. La persona que la padece tendrá lucidez plena hasta el final. Como persona activa y vitalista que es, será el propio Carlos, el que proponga a su amigo y cineasta Antoni P. Canet la grabación de la película documental Las alas de la vida, convirtiéndose ésta en el acompañamiento a Carlos en el proceso de la muerte, aunque eso sí, si es posible con una sonrisa. Él mismo, como médico, dice haber acompañado a muchos de sus pacientes en este proceso, por lo que siente la obligación de dar testimonio en primera persona, sacando así, del dolor algo positivo. El rodaje fue realizado a lo largo de 3 años, en las que se recogieron más de 70 horas de grabación, por lo que, según su director, fue necesario un proceso de destilación del material para quedarse con lo más puro, de modo que 90 minutos diesen para mostrar la riqueza de todo lo vivido por Carlos y sus allegados en esos 3 años. La familia y amigos de Carlos, tienen lugar destacado, están su esposa Carmen, su pequeña hija, sus padres, su hermano, sus amigos y amigas.

Cuando ves la película, la sonrisa, el nudo en la garganta y las ganas de vivir se aúnan en ti, experimentándolo todo a la vez. La muerte como parte de la vida se muestra sin exhibicionismo, al contrario, es mostrada de manera poética, con paz, con serenidad, con una SONRISA. De esta manera Carlos va abriendo puertas y deja para el espectador la valoración y reflexión sobre varios temas de enorme trascendencia:

– Comunicación de malas noticias
– Espiritualidad
– Importancia de la adecuación al entorno
– Comunicación familiar
El papel del cuidador/a
– Dudas sobre la fe
– Testamento vital
– Investigación

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Carlos con su amigo, con el que comparte su afición por los inventos y el que le ayuda a proveerse de las más variadas ayudas técnicas, como la parrilla para el teclado del ordenador, de modo que sus dedos no salgan de la tecla que desea pulsar. Carlos con

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Carmen, su esposa, leyendo la prensa. En el documental hay una muy adecuada descripción de los cuidados paliativos, que pueden eliminar el dolor físico, y que ayudan a sobrellevar el dolor moral de sentirse inútil, con un cuerpo cuyos mecanismos fisiológicos más elementales no se pueden controlar. Nos encontramos al cine y a la medicina dándose la mano, las aportaciones de la SECPAL y la semFYC se hacen ver haciéndonos llegar a la medicina como algo humano y considerando que uno de los primeros fines de la misma es ayudar a morir.

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En esta escena Carlos habla con una compañera de su testamento vital, es uno de los momentos en los que se ve su dolor, que cómo él afirma es moral, ya que no hay dolor físico. Cuando en este momento se le saltan las lágrimas, y es preguntado “¿paramos?”, él responde “no, es bueno que se vean estos momentos de fragilidad”.

Podría seguir desgranando uno a uno los temas humanos y transcendentales de la película, sin embargo mi deseo es que estas líneas te inviten a volver a verla si la viste o a descubrirla por primera vez si no la conoces.

“Mientras haya música seguiremos bailando y si es posible con una sonrisa.”Carlos Cristos

Mª Belén López Hernández
Alumna X Diploma de Especialización en Bioética
Escuela Andaluza de Salud Pública

 

La familia Savage

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¡Estamos aquí Papá¡

Actitudes y sentimientos de los hermanos que vuelven a unirse para cuidar a su padre.

Película equilibrada dirigida por Tamara Jenkins, que trata sobre el reencuentro familiar ante la demencia del padre. Está protagonizada magistralmente por Laura Linney (Wendy, hija escritora sin éxito), Philip Seymour Hoffman (Jon, hijo profesor de filosofía) y Philip Bosco (Lenny, el padre). Alterna con naturalidad y realismo, las situaciones y matices que los personajes presentan, cargados de dramatismo y humor, evitando elegantemente sentimentalismos de lágrima fácil.

refleja el trasfondo de la sociedad norteamericana, que enarbola la individualidad como elemento de independencia, pero que en el fondo no es más que una postura de feroz egoísmo…

ochoNo es fácil afrontar las dificultades de cuidar a un padre alejado, que inicia una demencia, y del que tienen mal recuerdo de su infancia. Tienen que reencontrarse para atender y organizar los cuidados de su padre. Los hermanos, distanciados por vidas muy diferentes, comparten preocupaciones y diferencias, condicionadas por sus problemas vitales y vida cotidiana. Cada uno asimila la nueva situación , adaptándola a su entorno habitual.

Los hermanos inician discusiones sobre el lugar idóneo que precisa su padre, para recibir los cuidados adecuados… Todas la residencias les parecen mal: “… un jardín bonito, pero por dentro todas son iguales…”  Se deciden por la que está más cerca del domicilio de Jon, y deciden que vivirán juntos una temporada vigilando la evolución y adaptación de su padre a la residencia.

¿Drama o comedia?...  rodada en Hospitales y residencias aporta un ambiente de realidad

En los trámites de admisión a la Residencia, deben rellenar una Planificación Anticipada de Situaciones y la Voluntad Vital Anticipada. Deben cumplimentarlas preguntando a su padre, aún con ciertos momentos de lucidez, sobre cuestiones vitales. No quiere medidas de soporte vital ni prolongar el sufrimiento; y al morir, prefiere ser enterrado…

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La vida de Lenny en la residencia se normaliza con las atenciones de buenos profesionales. Los hermanos organizan sus visitas y paseos con su padre… La hija, Wen, adorna la habitación de su padre para darle la sensación de hogar. Pasan los meses y los hermanos van desarrollando sus vidas, tienen roces continuos sobre sus situaciones personales y sus opiniones sobre problemas vitales de ambos, tanto sentimentales como laborales.

5Finalmente, Lenny sufre un agravamiento súbito y queda en coma. Permanece en la residencia acompañados por sus hijos, recibiendo los cuidados adecuados a sus deseos. Fallece plácidamente con sus hijos.

Que significa eso de la familia y la edad adulta….

Dejan la habitación de la residencia y vuelven a sus vidas independientes… Retoman sus proyectos e ilusiones con alegría renovada, con la tranquilidad de haber acompañado a su padre durante su enfermedad.

Inician los ensayos de una obra de teatro escrita por Wen, en cierto modo autobiográfica. A uno de ellos acude su hermano Jon, y presencia una escena en la que interpretan  la violencia de un padre para con su hijo: Jon se emociona, seguro de haber cuidado bien de su padre, a pesar de la difícil infancia que los alejó.

… la perra es vieja, está deprimida y sufre, mañana la sacrificaremos… le comenta la pareja de Wen. Feliz y decidida, rompe con su pareja  y sólo le pide una cosa:

…. cuidar y correr con la perra y su silla de ruedas.

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En definitiva, un retrato familiar realista, en el que se aborda de modo muy equilibrado, las reacciones de los adultos ante el envejecimiento y las enfermedades de los padres…  Ayudar a su padre les aporta a sus hijos relatividad a sus vidas, y les hace valorar los sentimientos familiares en la edad adulta. Matiza las actitudes de una manera terriblemente humana, real y esperanzadora.

Rafael Perestrello Salas. Alumno X Edición Diploma Especialiación en Bioética 

Las disquisiciones de la muerte

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Se llamaba Ivan Illich, pero podríamos ser uno cualquiera de nosotros. Paseamos por la vida como si fuéramos eternos, entregados a los quehaceres mundanos en la mayoría laborales y menos de disfrute y ocio y aún menos dedicados a la colaboración, cooperación, el altruismo o la ayuda desinteresada a los demás. A veces, ni siquiera a los de nuestra propia familia. Siempre corriendo, siempre sin tiempo, siempre posponiendo hasta que una caída te enfrenta de golpe, a la realidad de tu vida. Para Iván fue una caída de las escaleras, para Pablo una caída del caballo, evidentemente no se trata de una caída si no del parón en seco que provoca una enfermedad grave.

A través de esta pequeña-gran obra de León Tolstoi quiero reflexionar sobre la vida y la 2muerte. Al leerla se me agolparon muchos conceptos en la mente como cuando en las clases antes de abordar un tema te piden que hagas una lluvia de ideas.

Lo bueno de compartir esta historia es que no hay problema de hacer spoiler porque desde el principio sabemos que Iván es hombre muerto, con lo cual podemos hablar del tema abiertamente. Es como la crónica de una muerte anunciada del nobel García Márquez, desde el principio sabes a qué te vas a enfrentar. No hay preocupación por el desenlace ni sorpresa; a priori sabemos como termina. ¿Pero qué nos aporta la vida, reflexiones y experiencia de este personaje, mientras llega ese momento final? De eso trata este relato.

Muerte de Ivan Ilich

Esta obra de Tolstoi de corte realista nos enfrenta a todos a reflexionar sobre las grandes preguntas de la vida. Os invito a ver el video de una obrita del mismo autor que trata de contestar estas preguntas a través de una historia:

Las tres preguntas de león Tolstoi  

La primera reflexión a la que nos enfrenta la obra son nuestros objetivos vitales y su alcance.

Iván Ilich es un funcionario de la administración zarista cuya principal aspiración, ha sido, escalar peldaños en su carrera para mantener su estatus y seguir formando parte del mundo burgués. Se casó por conveniencia, y poco después descubre la decepción que le produce la familia y centra su vida en el trabajo. Aunque ha ido cumpliendo sus objetivos propuestos para su vida se dará cuenta, que el esfuerzo ha sido en vano. Cuando llega al puesto que siempre había soñado, se encontrará con la disyuntiva de encontrarle significado a tanto sacrificio y valorar el malestar que siente dentro de su entorno familiar.

Un día se  cae de una escalera, se golpea y comienza a sentir un dolor que le aqueja constantemente. Dicho golpe es simbólico, una metáfora;

3Interesante lectura de Susan Sontag que nos habla de la enfermedad y la tendencia a metaforizar sobre ellas por ejemplo con herramientas linguísticas derivadas del ambiente militar: invasión, avance, colonización, infiltración, guerra, lucha, etc,  que contribuyen a estigmatizar aún mas a la persona que lo padece. Así como la relación reflexiva que se produce entre el discurso metafórico aplicado a la  enfermedad y de la  enfermedad misma. Deborah Lupton Cuando enfermamos, sobretodo si es algo desconocido, el miedo nos embarga. La madre de todos los miedos es el miedo a la muerte.

El miedo a la muerte es una proyección del deseo de vivir. Si nos protegemos de la muerte imposibilitamos el desarrollo de la vida.

Irvin D. Yalom dice que ni al sol ni a la muerte  solemos poder mirar de frente. Sin embargo es la única manera  de afrontarlo y vencer. Esta angustiosa sensación se inmiscuye en   todos los aspectos de nuestra vida: miedo a 4lo desconocido, al dolor, la soledad, a la limitación, a perder el control, etc

Otro de los temas que suscita la obra y que está siempre presente es el dolor. La gran pregunta acerca del dolor es  su sentido, la respuesta a esta interrogante es el único camino de superación del dolor, en la opinión de Le Breton en su libro Antropología del dolor, enumera las respuestas de las grandes religiones a este fenómeno, ya que el dolor se padece subjetivamente en mayor o menor intensidad, con un grado u otro de resistencia, según el significado que las diversas sociedades hayan dotado en su conjunto a esta experiencia.

Encontrar el sentido del dolor es la cuestión urgente de todo aquel que sufre. ¿Para qué el dolor? y ¿por qué yo? ¿por qué soy yo el que sufre?

Juan Pablo II (Salcifici Doloris, 7 11-2-1984) Esta pregunta no sólo acompaña al sufrimiento sino que constituye, en ocasiones, el núcleo de este sufrimiento.

Del mismo modo, la mentira es lo mas doloroso; no te permite desahogarte, hablar, expresar tus temores. La mentira de tus seres queridos y familiares, la mentira de los médicos, esa  conspiración del silencio que daña tanto al sufriente. Cuando el diagnostico es fatal en ocasiones  los familiares interpretan que el paciente no va a resistir la noticia y creen que no quiere saber o que es mejor que no sepa, para que sufra menos.

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Cuando no hay un diagnóstico certero y no se ve mejoría de los síntomas ni de la enfermedad , el paciente y la familia busca desesperadamente  una cura, un rayo de esperanza, ¡ quizás están equivocados! Y este nuevo remedio, este buen especialista,  va a dar en el clavo. Comienza  así la búsqueda en distintos itinerarios de salud, la solución en distintas terapias y a través de distintos recursos con la esperanza de encontrar una solución que les de una nueva esperanza.

Cuando nos encontramos en una situación límite como le ocurre a Iván nos derrumbamos espiritualmente, no sólo por los dolores insoportables que crecen incesantemente dando la sensación de que el proceso lejos de mejorar va empeorando. Si no, como que nuestro personaje percibe que sus padecimientos son indiferentes a los demás. La certeza de que se está muriendo y que a nadie le importa se traduce en una inmensa soledad. Cuando banalizamos el sufrimiento y no empatizamos con los sentimientos de los pacientes permitiendo que compartan sus miedos los abocamos a la soledad.

7Los seres humanos, puestos en las situaciones límites, cambian radicalmente sus convicciones habituales y se convierten en los jueces implacables de sus propios valores y orientaciones existenciales que anteriormente guiaron sus vidas. Shestov,1923. Las revelaciones de la muerte.

Finalmente el libro nos transporta al momento de la muerte. ¿verdaderamente queremos vernos en el momento de nuestra muerte rodeado de familiares que no te quieren, que esperan que te mueras, para que no seas una carga  que impida que sigan llevando su propia vida?. ¿Familiares que te atienden porque deben pero que realmente no quieren estar compartiendo contigo tu sufrimiento y tus miedos?

¿Cómo nos gustaría morir?. El autor nos lleva a esta reflexión transcendental de la vida, ahora, en la lectura de estas páginas, para que enfrentemos esta tesitura antes de que sea demasiado tarde.

La reflexión a la que nos lleva el autor radica en la certeza de que tarde o temprano todos morimos.

Es mejor analizar nuestras vidas y reflexionar sobre nuestras metas ahora que estamos sanos y vitales y tenemos tiempo de rectificar, no sea que mañana vengan a por tu alma y no hayas tenido contentamiento. Eclesiastés, 12.

8Para Iván sus creencias religiosas le ayudaron a perdonar y amar a sus allegados para poder partir en paz. Es cuando se da cuenta, que no es por las obras, si no por el amor de Dios por lo que puede pasar al otro lado. Entonces   deja de luchar y acepta la muerte. Cada cual con sus creencias, debería transportarse a este lugar de finitud antes de que acontezca para estar preparados, porque de seguro, va a llegar tarde o temprano.

Os dejo reflexionando con estos dos fragmentos que nos hablan de la imposibilidad de vivir la muerte:

  • «Cuando estoy yo, ella (la muerte) ya no está; y cuando está ella (la muerte), ya no estoy yo». Podéis ampliar leyendo el libro Enfermedad Mortal. Kierkegaard, Soren 1997:100.
  • «La muerte no es ningún acontecimiento de la vida. La muerte no se vive». Wittgenstein, 1984:199 Tractatus Logico-Philosophicus.

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                                               Alicia Tarragona Camacho

                       Alumna X  Edición Diploma Especialización Bioética 2020.

Los demás días

«Vivir de cara a la muerte nos hace vivir de cara a la vida”

Carlos Agulló

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Me gustaría hablaros de una persona como tú y como yo, con las mismas virtudes y defectos que todas las demás, también con sus anhelos e ilusiones. Al fin y al cabo, todos buscamos el camino hacia la felicidad, poniendo en práctica las habilidades internas procedentes de nuestras cualidades innatas. Interactuamos con nuestro entorno, saliendo a nuestro paso circunstancias inamovibles, como son el lugar y el momento donde nacemos,  nuestra familia o la muerte en sí misma. Igualmente  surgen en nuestro sendero otras condiciones variables, que van aconteciendo según un amplio cómputo de posibilidades derivadas de nuestras decisiones. Éstas últimas probablemente vienen impulsadas por nuestras inquietudes y la forma en que tomamos las determinaciones, siendo un factor importante de diferenciación de la personalidad de cada cual.

2Esta persona en cuestión, se llama Carlos Agulló, licenciado en Bellas Artes de formación, pero con una clara vocación cinéfila, que inclinó su dedicación profesional hacia esta rama artística, comenzando  como ayudante de montaje, pasando a ser realizador, director y guionista,  tanto en cortos como largometrajes, cosechando numerosos premios internacionales por sus numerosos trabajos.

Sus obras muestran una visión de la vida en segundo plano, que pasa desapercibida para la mayoría, no por inusual, sino porque sus protagonistas no estuvieron interesados en destacar.  Historias emanadas de injusticias consentidas o incluso promovidas desde gobiernos, como la reclusión de Nelson Mandela, por defender los derechos de su pueblo. Interesado en la frustración y decepción, cuyos sentimientos impregnaron los corazones de millones de seres, viendo como nadie era capaz de mover un dedo para remediarlo, ante un régimen hegemónico. Es entonces cuando Agulló en Plot for Peace (Complot para la Paz), más allá de los rostros conocidos, nos muestra aquellos que nunca posaron, pero cuya función no solo fue crucial para el fin del apartheid, sino además para la liberación de Mandela y su posterior ascenso a presidente.

Más tarde Carlos experimenta, a través de la familia de su pareja, los efectos del sufrimiento de una enfermedad terminal de su suegra, así como los del alivio y el consuelo a través de los cuidados, llevados a cabo por un médico y una enfermera que la atendieron. Es entonces cuando el productor Fernando Bovaira lo contrata proponiéndole un nuevo proyecto, inicialmente ideado en la línea de Plot for Peace, aunque más madurado, ese embrión torna en algo no tan comercial, pero no menos interesante. Carlos lo convence y ambos se “lanzan a la piscina”.

Carlos es un muchacho inquieto y curioso. Quiso en esta ocasión asomarse a la vida, a3través de la parálisis que produce pensar en la muerte. Conoce a Pablo Iglesias, médico de cuidados paliativos de un Equipo de Soporte de Atención Domiciliaria (ESAD) de la comunidad de Madrid, quien roba todo el protagonismo a su enfermera Gema Vizcaya. Ambos nos enseñan con naturalidad personas generosas, quienes muestran sus aspectos vitales, más allá de su enfermedad, en aras de unas relaciones vitales, cotidianas y hasta espirituales de su vida habitual, con momentos de humor, alegría, optimismo alrededor de sus más profundos afectos, a través del respeto de este delicado viaje emocional.

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¿Cómo titular esta gran obra sin caer en el sentimentalismo y acercarse verdaderamente a su propósito? Porque como dice Pablo “si te tomas la vida como una lucha contra la muerte, estás perdido”.

La respuesta fue susurrada por Snoopy, de donde Agulló recoge su inspiración. Y es que como todos sabemos, algún día moriremos, pero los demás días no. Este es el propósito de este celuloide, Los Demás Días, el intenso transcurrir de la vida, la comunicación más allá de los idiomas y las palabras, en su esencia más íntima y a la vez universal.

Este metraje no te dejará indiferente con cada una de las auténticas joyas que con sumo desprendimiento entregan sus protagonistas, asistidos en su exposición hasta en el último detalle. Agulló director y guionista, ha sido también el único cámara, prescindiendo de técnicos de sonido o iluminación, con la intención de minimizar la invasión de la intimidad de los protagonistas, convertidos en intérpretes de su propia vida.

Así mismo ha hecho uso de una narración directa con planos de corte y algunas transiciones para separar el desarrollo de las secuencias. Monta el filme con música diegética, demostrando un buen oído al recurrir a este recurso, con la finalidad de reducir el chantaje emocional y amplificar el respeto de los protagonistas, personas reales como tú y yo.

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Puedes ver el tráiler oficial ahora. Pero busca hora y media, en la que no tengas obligaciones, para poder disfrutarla al completo. Ya no está en cines, por lo que tendrás que buscarla en plataformas digitales.

Si además quieres conocer algo acerca de los cuidados paliativos, a través de los referentes de esta peli, aquí te dejo con algunas de sus reflexiones que puedes oír o ver y escuchar.

 

 

Ramón Casares Cervilla (Alumno X Edicion Diploma Especialización Bioética)

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Caracoles con alas

Todos los que tenemos hijos o hemos tratado con niños, sabemos que antes o después llega ese día en el que empiezan a hablar- preguntar sobre la muerte. He de reconocer que a mí esto me cogió fuera de juego:

1“Mamá, las caracolas que hay en el cuarto de baño, ¿son de caracoles muertos?“.”Y entonces, ¿dónde están ahora los caracoles? “.“ Pues la seño dice que cuando morimos nos vamos al cielo”. “Que no, pues yo creo lo que dice la seño”. “Entonces ¿le salen alas a los caracoles cuando se mueren?. “Mamaaaaa, ¿pues para qué va a ser?, para subir al cielo”.“Y si no le salen alas, ¿cómo suben al cielo?”.“Yo no entiendo que se vayan al cielo volando sin alas y no se lleven la caracola”.

Está claro que yo no estuve muy “sembrada”, pero es lo que tiene el no saber, que uno actúa de forma intuitiva. O como puede.

Nos cuesta hablar de la muerte. En general evitamos mirar de frente a este hecho natural de la vida y nos inquieta y angustia enfrentarnos a ella. Por consiguiente, sentimos la necesidad imperiosa de proteger a los niños del dolor y sufrimiento que supone perder a un ser querido. Procuramos que “sepa” lo menos posible, es posible que cambiemos de conversación, zanjemos el tema o respondamos con evasivas. El problema es que ellos cuando no saben, pero intuyen y desean saber, lo que hacen es inventar sus propias teorías, ya que la muerte también forma parte de su universo inconsciente, y las explicaciones que ellos construyen suelen ser limitadas y, en la mayoría de los casos, les provocan más angustia y confusión que la propia realidad, ya que la fantasía de los niños es mucho más terrorífica de lo que nos imaginamos.

Los estudiosos en la materia dicen que la comprensión que tienen los niños y adolescentes de la muerte dependerá de tres factores: Etapa del desarrollo psíquico en la que se encuentre, Interacción con el entorno e Interpretación personal que haga de sus propias experiencias e historia previa.

¿Cómo explicamos a un niño lo qué es la muerte? Los niños deben entender que

La muerte es universal- Es irreversible-Todas las funciones vitales terminan completamente

2La muerte es universal: debemos explicarles que todos los seres vivos mueren: “¿Todos quiere decir TODOS de verdad, mis papás, yo mismo?”. Con esto en realidad está preguntando: ¿Quién me va a cuidar? ¿Qué me va a pasar si me quedo solo? ¿Cómo voy a sobrevivir?.Debemos explicarle que le vamos a cuidar y querer, que estaremos a su lado siempre que se pueda. Quizá sea necesario “postergar” un poco la realidad de la muerte y transmitirle que eso sucederá cuando sea mayor (aunque sepamos que eso a veces puede no ser verdad).

La muerte es irreversible. Cuando morimos no podemos volver a estar vivos nunca. Aquí es importante ser muy claros y no usar eufemismos o metáforas sobre la noción de la muerte como algo permanente. Aunque nos resulte duro decirle a un niño que su abuelo está muerto y no va a verlo más, aún es más confuso y angustioso para el niño esperar a que alguien vuelva y que esto no suceda.

Todas las funciones vitales terminan completamente en el momento de la muerte. Cuando morimos el cuerpo ya no funciona.  Al niño debe quedarle claro que la persona que muere ya no va a volver más y que su cuerpo ha dejado de sentir, pensar o ver lo que nosotros. Hay niños que sienten miedo cuando alguien muere. A veces necesitan dormir durante una temporada con la luz encendida o acompañados de un adulto. Este hecho puede deberse a muchas razones, pero la posibilidad de que la persona siga viva de alguna forma, en algún lugar, y que además les pueda ver, les puede resultar aterrador.

Las  emociones más comunes en la niñez ante la muerte de una persona querida son similares a las de las personas adultas. Hay tres preguntas que, verbalizadas o no, el niño se hace:

¿He provocado yo la muerte? ¿Me pasará también a mí? ¿Quién cuidará de mí ahora?

De bebé a niño de dos años, aunque no sepan qué significa la palabra muerte, sí perciben la NO PRESENCIA de la persona fallecida, especialmente si se trata de una persona de referencia.

3Los niños entre 3 y 6 años creen que la muerte es temporal y reversible. El concepto de insensibilidad post mortem está todavía en construcción: creen que la persona puede seguir viva, y experimentar sentimientos y sensaciones una vez fallecida (pueden vernos, escucharnos, mirarnos). No creen que la muerte sea universal. Piensan que sus padres y ellos mismos no van a morir. Interpretan de forma literal cualquier explicación que les demos sobre la muerte. Si se les dice que alguien ha ido al cielo preguntarán cómo pueden ir ellos también.

Los niños entre los 6 y 10 años saben que la muerte es definitiva e irreversible. 4Comprenden la diferencia entre vivir y no vivir utilizando términos biológicos para referirse a la muerte: no hay pulso, se deja de respirar, se para el corazón. Saben que las personas mueren, pero que a ellos no les sucede. Hacia los 8 ó 9 años ya son capaces de comprender que ellos también pueden morir. Pueden desarrollar sentimientos de culpa. Les inquieta que sus parientes puedan morir. Se preocupan  mucho de que quienes les rodean se cuiden y no hagan cosas “peligrosas” o se enfermen. Preguntan sobre las ceremonias y las creencias religiosas. Hacia los 8 años un niño puede participar en las ceremonias de despedida si quiere. Es fundamental acompañarle y explicarle con antelación en qué consisten.

 

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Los preadolescentes comprenden el significado de la muerte en su totalidad .Son plenamente conscientes de su propia mortalidad .Se muestran muy interesados sobre el más allá, así como de las creencias religiosas o culturales que rodean a la muerte. Es aconsejable que participen en los ritos funerarios. Tienen una mayor conciencia de los cambios que la muerte traerá a sus vidas y a su futuro. Es importante que respetemos su tiempo y nos mostremos cercanos y accesibles. Hacerles ver que nosotros nos haremos cargo en lo posible de todo lo que necesiten. Les resulta de gran ayuda conocer nuestras propias experiencias de duelo y saber que se puede volver a llevar una vida normal aunque alguien a quien queramos fallezca.

Los adolescentes tienen plena conciencia de lo que significa la muerte y pueden formarse una explicación completa, tanto desde una perspectiva biológica como filosófica, ideológica o religiosa. Pueden negar su propia mortalidad a través de conductas de riesgo y provocaciones, o bien mostrar ansiedades hipocondríacas ante los cambios corporales que van sufriendo. Es importante integrar al adolescente en todos los ritos de despedida. Necesitan sentirse ser tenidos en cuenta. Es necesario animar al adolescente a que retome su vida y sus relaciones sociales. Pasar tiempo con sus amigos puede serle de gran ayuda.

Niñas y niños, como las personas adultas, en caso de muerte, tienen derecho a tener información sobre los que les sucede a sus seres queridos, a tomar parte activa del proceso y a que se fomenten todas las actuaciones pertinentes para que su duelo sea elaborado de forma adecuada, y según la edad debemos abordarlo de una forma o de otra.

La noticia de la muerte de un ser querido debe ser transmitida al niño lo antes posible y siempre por medio de una persona en la que confíe y sienta cercana, a ser posible sus propios padres.6

Susana Lozano Cerrato (Alumna X Edición Diploma Especialización Bioética)

BIBLIOGRAFÍA:

Aguado Maldonado J, Arcos Ocón L, Cía Ramos R. (2011) El final de la vida en la infancia y adolescencia (Aspectos éticos y jurídicos en la atención sanitaria). Editado: Junta de Andalucía.

Cid Egea L . (2011) EXPLÍCAME QUÉ HA PASADO Guía para ayudar a los adultos a hablar de la muerte y el duelo con los niños. Fundación Mario Losantos del Campo.

Artaraz Ocerinjaúregui B,  Sierra García E, González Serrano F. (2017).GUÍA SOBRE EL DUELO EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA Formación para madres, padres y profesorado. Edición y publicación: Colegio de Médicos de Bizkaia .