David Bowie – Lazarus (vídeo)
“Look up here, I’m in heaven
I’ve got scars that can’t be seen
I’ve got drama, can’t be stolen
Everybody knows me now
Look up here, man, I’m in danger
I’ve got nothing left to lose
I’m so high it makes my brain whirl
Dropped my cell phone down below
Ain’t that just like me?
By the time I got to New York
I was living like a king
There I’d used up all my money
I was looking for your ass
This way or no way
You know, I’ll be free
Just like that bluebird
Now, ain’t that just like me?
Oh, I’ll be free
Just like that bluebird
Oh, I’ll be free
Ain’t that just like me?”
Esta canción fue publicada el 8 de enero de 2016, el mismo día del cumpleaños del artista y dos días antes de su muerte. David Bowie nunca contó públicamente que estaba enfermo de cáncer (I’ve got scars that can’t be seen) y dedicó sus últimos días a trascender: a dejar esta obra de arte para quienes nos quedábamos aquí. No debe ser casualidad que el título de la canción sea “Lazarus”, aquel personaje bíblico que Jesús resucitó:
“Le dijo Jesús: —¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? Retiraron entonces la piedra. Jesús, alzando los ojos hacia lo alto, dijo: —Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sabía que siempre me escuchas, pero lo he dicho por la muchedumbre que está alrededor, para que crean que Tú me enviaste. Y después de decir esto, gritó con voz fuerte: —¡Lázaro, sal afuera! Y el que estaba muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y con el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: —Desatadle y dejadle andar”. [Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (pp. 2349-2350). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.]
Así es como David Bowie resucita una y otra vez, en cada ocasión que alguien escucha “Lazarus” pues hay quien dice que morimos dos veces: primero clínicamente y, finalmente, cuando no existe nadie que pueda recordarnos. Y es que el artista sabía que iba a morir cuando compuso esta canción (Look up here, man, I’m in danger; I’ve got nothing left to lose), de ahí su puesta en escena postrado en una cama, en camisón y levitando como si se fuese de este mundo.
Pero, sin duda, lo más bonito de esta canción es la referencia al “pájaro azul” (You know, I’ll be free; Just like that bluebird; Now, ain’t that just like me?), aquel pájaro al que Rubén Darío hizo salir de la mente del poeta Garcín:
“Allí había un cielo muy hermoso, una campiña muy fresca, países brotados como por la magia del pincel de Corot, rostros de niños asomados entre flores; los ojos de Nini húmedos y grandes; y por añadidura, el buen Dios que envía volando, volando, sobre todo aquello, un pájaro azul que sin saber cómo ni cuándo anida dentro del cerebro del poeta, en donde queda aprisionado. Cuando el pájaro canta, se hacen versos alegres y rosados. Cuando el pájaro quiere volar abre las alas y se da contra las paredes del cráneo, se alzan los ojos al cielo, se arruga la frente y se bebe ajenjo con poca agua, fumando además, por remate, un cigarrillo de papel.”
Por todos es sabido que “el pájaro azul” simboliza aquello que se encuentra encerrado en la mente del poeta (o artista) y que no puede dejar “salir” por las consecuencias que conlleva. Se dice que el poeta se vuelve loco si no deja que salga, pero si lo deja en libertad significa la muerte (literal o metafórica) del artista, ya que completaría su obra de arte cuando el pájaro sale y es libre. En el videoclip podemos ver cómo el pájaro azul es representado por el propio David Bowie, saliendo de un armario (podría simbolizar la mente) y vestido de negro con rayas blancas como los presos (jaula): es la propia subjetividad de David Bowie que nunca dejó salir, pero ahora puede hacerlo porque sabe que va a morir. Sin embargo, el artista siempre acaba sorprendiéndonos ya que, si nos fijamos en el final del vídeo, el personaje con el que Bowie representa al pájaro azul acaba metiéndose de nuevo en el armario, esto es, en la mente del poeta que es su jaula justo antes de morir (en el videoclip). Lo que podría hacernos pensar que el artista nos dejó llevándose consigo mucho más de lo que en vida compartió con el mundo.
Ana López Sánchez, alumna XII Diploma Bioética