Fedón. El transitar de las almas

Dialogar sobre el significado que le otorgamos a la muerte, cómo nos gustaría morir o lo que creemos que nos depara el óbito una vez que éste acontece, no se encuentran entre los temas más recurrentes de las tertulias de nuestra sociedad, máxime en la antesala de la muerte de una de las personas interlocutoras.

Percibo como más frecuentes las divagaciones sobre cuáles son los valores y comportamientos que se nos insta a profesar en vida por vislumbrarse como llaves que nos abrirán unas puertas y cerrarán otras una vez que el momento de nuestra propia muerte nos aceche.

La Dra. Iona Heath expone en su libro “Ayudar a morir” que a pesar de que la muerte permea la vida, buena parte de la respuesta pública a la muerte todavía se reduce al sensacionalismo o al silencio.

En la obra Fedón, Platón plasma los diálogos socráticos que, según parece, el propio Sócrates mantuvo el mismo día de su muerte. En estos, relatados por Fedón (expone la obra que éste estaba presente), Sócrates argumenta sobre la muerte, los moribundos y el alma.

“Fedón.- al estar allí me sucedió algo extraño. Pues no se apoderaba de mi la compasión en la idea de que asistía a la muerte de un amigo, porque se mostraba feliz, Equécrates, aquel varón, no sólo por su comportamiento, sino también por sus palabras. Tan tranquila y noblemente moría que se me ocurrió pensar que no descendía al Hades sin cierta asistencia divina, y que al llegar allí iba a tener una dicha cual nunca tuvo otro alguno”.

La muerte está definida en la obra como la separación del alma y el cuerpo: “¿Y que no es otra cosa que la separación del alma y del cuerpo? […] ¿Es, acaso, la muerte otra cosa que eso?”

Sócrates aguarda dicha separación con cierta felicidad y tranquilidad porque no cree que sea el final del alma, siendo certeramente el final para el cuerpo, considera a éste como un obstáculo puesto que le aparta de la sabiduría pura que se presenta cuando “el alma queda sola en sí mima separada del cuerpo”.

Expone haberse preparado a lo largo de su vida para poder vislumbrar la sabiduría alejándose de las interferencias del cuerpo, por este motivo, recibe la muerte con dicha. Asemeja filosofar a practicar el morir con complacencia.

“¿Y no sería ridículo, como dije al principio, que un hombre que se ha preparado durante su vida a vivir en un estado lo más cercano posible a la muerte se irrite luego cuando le llega ésta?”

La tranquilidad y certeza que tiene Sócrates sobre la muerte y la no finitud del alma sino que la muerte es más bien la antesala del Hades, no es compartida por todos los presentes. Algunos temen que tras la separación del cuerpo y el alma esta última también llegue a su fin.

“Cebes: […] lo relativo al alma produce en los hombres grandes dudas por el recelo que tienen de que, una vez que se separa del cuerpo, ya no exista en ninguna parte, sino que se destruya y perezca en el mismo día en que el hombre muera, y que, tan pronto como se separe del cuerpo y de él salga, disipándose como un soplo o como el humo se marche en un vuelo y ya no exista en ninguna parte”.

Sócrates defiende que no todas las almas siguen el mismo camino, además de que éste no está bien definido y se precisa de guías por las bifurcaciones y encrucijadas que presenta, el devenir será uno u otro en función de la vida que ha tenido el que se presenta como moribundo. Los sacrificios y cultos de esta vida contribuyen a la visualización del camino con mayor nitidez y a la colaboración de los guías en el sendero, a la compañía de los dioses y a habitar el lugar que merece su alma.

“De suerte que, por esta razón, no me irrito tanto como me irritaría en caso contrario, sino que tengo la esperanza de que hay algo reservado para los muertos, y, como se dice desde antiguo, mucho mejor para los buenos que para los malos”.

En la obra se define a los buenos como aquellos que viven ajenos a los placeres y ornatos del cuerpo y se centran en la moderación, la justicia, la valentía, la libertad y la verdad, esto les pondrá en disposición de ponerse en el camino del Hades.

Es posible que los malos cuando mueran inmersos en vendavales y no en un momento de calma, como para el que se ha estado preparando el filósofo, no lleguen a pasar al otro lado y se queden a este lado en formas de fantasmas.

“[…] da vueltas alrededor de monumentos fúnebres y sepulturas, en torno de los que se han visto algunos sombríos fantasmas de almas, imágenes estas, que es lógico que produzcan tales almas, que no se han liberado con pureza, sino que participan de lo visible, por lo cual se ven”.

Sócrates presenta el alma como inmortal y ésta vuelve del Hades después de haber permanecido en éste, un nuevo guía les conduce aquí una vez transcurrido un largo espacio de tiempo.

“[…]¿tienen una existencia en el Hades las almas de los finados o no? Pues existe una una antigua tradición, que hemos mencionado, que dice que, llegadas de este mundo al otro las almas, existen allí y de nuevo vuelven acá, naciendo de los muertos.”

La idea que Sócrates tiene de la muerte hace que enfrente la misma con sosiego puesto que afirma que cuando beba el veneno con el que se le ha condenado a morir se dirigirá hacia una felicidad propia de bienaventurados.

Esta felicidad y sosiego ante la muerte está cercenado a las personas moribundas (la obra siempre se refiere a los hombres) que hayan vivido una conforme a los preceptos de virtud que Sócrates y sus discípulos establecen. La muerte como un nuevo amanecer no se le ofrece a quien no haya seguido las normas establecidas. Este planteamiento se puede vislumbrar como coercitivo, de igual modo que en las posteriores tradiciones judeo-cristianas.

“[…] por todas estas cosas que hemos expuesto, es menester poner de nuestra parte todo para tener participación durante la vida en la virtud y en la sabiduría, pues es hermoso el galardón y la esperanza grande”.

Las mujeres aparecen representadas como plañideras, no cabe la posibilidad de que puedan presenciar la muerte, propia o ajena con sosiego.

Veo reflejados los argumentos de Sócrates sobre la muerte, el Hades, las almas y los fantasmas, en una chirigota del carnaval de Cádiz de este año, “Los mi Alma”. En tono de sorna, como toda chirigota que se precie, el título responde a un grupo de sevillanos que concursan en el gran teatro gaditano Falla con el objetivo de ganar el concurso. En su popurrí la letra reza así: “Ya voy desapareciendo, me voy perdiendo en la nada, como los trabajos dignos, como las motos trucadas… que pa’ eso no tengo cuerpo (son un mi alma) y prefiero no tenerlo antes que comer aguacates para poder mantenerlo”. Igual que Sócrates consideran la atención al cuerpo como una distracción de lo verdaderamente importante, además de que supone un importante esfuerzo dejarse llevar por los placeres y ornatos del mismo.

Aquellas vidas que no se han dedicado a la virtud y la sabiduría puede que en el momento de la muerte el alma inmortal quede atrapada en este mundo, como les ha pasado a este grupo de chirigoteros: “Con mi alma, que se aparece en forma de fantasma, yo daba miedo desde chiquetito y ya sabía que estaba maldito, es que de siempre a mi me había dicho la gente que yo era un paranormal, o algo así”    

Y es que no siempre el Hades está abierto para todas las almas errantes:  “La puerta estaba cerrada y allí San Pedro en persona, del cherif tenía la cara, no me deja entrar al cielo como un portero del MOMA. Si yo he venido en zapatos, ¿Me vas a dejar aquí? Maricona. Pues no me dieron las alas, ni un redbull para darme coba. Y aquí estoy vagando, y doy mil volteretas, traspaso las puertas que no están abiertas”.  

Yongey Mingyur Rimpoché en su libro Enamorado del Mundo habla sobre los bardos de la vida y la muerte. Vislumbro alguna remota similitud con lo que plantea Sócrates sobre el cuerpo, el alma, el Hades y la muerte con la filosofía budista. Se conoce Bardo como estado intermedio entre una vida y la siguiente. El Bardo de esta vida corresponde a la vida que conocemos en la que el cuerpo y la mente están unidos. El budismo habla de mente y en lugar de hablar de alma.

Este bardo de la vida es un momento único para la preparación de la muerte. En el caso de Yongey Mingyur Rimpoché habla de la meditación del sueño igual que Sócrates plantea la sabiduría y el uso de la filosofía para vivir ajeno a los engaños del cuerpo y acercarse al alma y de este modo prepararse para el momento de la muerte y poder experimentarlo con felicidad.

El bardo de la muerte es la etapa de declive que culmina en la liberación de la mente del cuerpo. En este caso Sócrates habla de la liberación de la alma. “El reconocimiento de la luminosidad es la experiencia de la muerte antes de morir, morir en el bardo de esta vida”.

El bardo del dharmata, traducido como “realidad”, es un estado onírico que sigue a la muerte física, el budismo argumenta que despertar en nuestros sueños en esta vida aumenta nuestra capacidad de despertar en el bardo del dharmata. El karma durante el bardo de la vida será determinante para el acceso a la iluminación tras la muerte. Para Sócrates el karma es una vida de virtud, dedicada a la sabiduría y alejada de los placeres del cuerpo.

Asemejo el bardo del dharmata al Hades. En el Hades el alma puede reencontrarse con los seres queridos y estar acompañada de los dioses. En el bardo del dharmata la mente puede ser iluminada.

El bardo del devenir, es cuando la mente se libera de su entorno físico, mental, familiar y transita de forma inmaterial, en busca de una nueva encarnación. Al igual que el alma retorna a esta vida de entre los muertos, puesto que es inmortal, una vez que ha pasado un tiempo determinado y es guiada de nuevo de vuelta.

Además de que uno habla de alma y otro de mente, uno de iluminación y otro de yacer junto a los dioses, el budismo aspira a salir de la rueda eterna del Samsara y llegar al Nirvana dejando de reencarnarse en cuerpo y otro continuamente.

Ahora que el bardo del morir amanece sobre mí,

abandonaré todo aferramiento, anhelo y apego,

entraré sin distracción en la conciencia clara de la enseñanza

y proyectaré mi conciencia al espacio de la Rigpa no nacida;

al dejar este cuerpo compuesto de carne y sangre

lo conoceré como una ilusión transitoria.

Laura Lorca Salas, alumna de la XIII Edición del Diploma de Bioética

Un monstruo viene a verme: afrontar el duelo en la infancia

La utilización de la ficción, los simbolismos y la fantasía puede ser una estrategia interesante para que una persona que esté atravesando una situación complicada pueda comprender sus emociones y tener herramientas para sobreponerse a la misma. La historia que cuenta la película Un monstruo viene a verme (A Monster Calls. J. A. Bayona, 2016) se trata de un caso muy delicado: un niño que debe afrontar la inminente pérdida de su madre, enferma de cáncer. El duelo de los niños ante la pérdida de un ser querido es un serio problema al que familiares y profesionales sanitarios han de enfrentarse con toda la sensibilidad y conocimiento posible, derivando al niño a terapia psicológica si fuese necesario o recurriendo a recursos como, por ejemplo, la guía sobre el duelo infantil de la Asociación Española Contra el Cáncer.

Dirigida por Juan Antonio Bayona, el largometraje es la adaptación cinematográfica del libro homónimo de Patrick Ness, escritor de origen estadounidense pero afincado en Gran Bretaña, que también es autor de la serie juvenil Chaos Walking, recientemente llevada al cine. Publicada en 2011, Un monstruo viene a verme (A Monster Calls) es una novela de fantasía para niños cuya idea original parte de la escritora Siobhán Dowd, que falleció en 2007, antes de poder escribir la historia a causa de un cáncer terminal que padecía.

La película tiene como protagonista a Connor O’Malley (Lewis MacDougall), un niño de trece años que vive con su madre (Felicity Jones). Su padre (Toby Kebbell) vive en Estados Unidos con su nueva pareja e hija, con lo cual, Connor es quien debe cuidar a su madre durante la enfermedad. El pequeño, que además de la soledad y el miedo que le causa la posibilidad, cada vez más cercana, de que su madre fallezca, se enfrenta a problemas de acoso en la escuela.

Todo esto le está pasando en un momento vital muy delicado, la adolescencia, de manera que la película, además de en el género fantástico también puede incluirse dentro del género coming of age, donde el personaje protagonista presenta una evolución psicológica que le permite seguir con su vida de manera reforzada ante un serio problema o eventualidad. En este caso, la herramienta que le va a permitir sobreponerse a esa complicada situación será un árbol centenario que vive cerca de su casa y que cada noche cobra vida como un monstruo para permitir que Connor aprenda acerca de las complejidades de la naturaleza humana y que se enfrente a sus propios sentimientos. El árbol le contará tres historias a cambio de que, al final, el pequeño le cuente su propia y verídica historia respecto a lo que le está pasando.

En este caso, lo que más atormenta a Connor es la sensación de culpabilidad que experimenta ante el hecho de que, a pesar de que su madre siempre muestra optimismo ante él acerca de las posibilidades terapéuticas de los sucesivos tratamientos para su cáncer, él sabe en su fuero interno que se va a marchar. Una parte de él, por tanto, desea que el sufrimiento termine, tanto para él como para su madre (aunque suponga su pérdida), y es ahí donde, a través de las visitas sucesivas del árbol (Liam Neeson), Connor va aceptando la realidad y gestionando sus emociones ante todos sus problemas, sobre todo cuando es a él a quien le toca hablar ante el monstruo, quien le insta a decir la verdad. No es casual que el monstruo sea un tejo, árbol a partir del cual se extrae el paclitaxel, un fármaco antitumoral indicado en varios tipos de cáncer. Será el árbol, por tanto, quien cure al niño y no a su madre.

Aceptar que todas las personas pueden tener un lado oscuro, que las cosas no son siempre lo que parecen, que no todos los problemas tienen solución y que es necesario ser consciente de los propios sentimientos para poder seguir adelante, son algunas de las enseñanzas de este monstruo, que tal como se puede ver al final, presenta una potente conexión con su madre. Solo cuando el monstruo le ha hecho todas sus visitas nocturnas, Connor aceptará la situación y podrá despedir a su madre con todo el amor y serenidad que necesita. Además, aceptará a su áspera abuela (Sigourney Weaver), que irrumpe en su vida para ayudar a la familia y en quien descubre a una leal y amorosa madre que está sufriendo, a su vez, su propia terrible pérdida.

Es el encuentro final con el monstruo, el más duro, el que le llevará a expresar sus emociones y liberarse. Esto supone un cambio fundamental de la actitud del niño en las visitas de su madre al hospital, que pasa del mutismo y la falta de comunicación a adoptar una postura más comunicativa en la que puede expresar sus sentimientos y mostrar todo el amor que siente por ella en sus últimos días de vida.

Ángeles Gómez Martínez, alumna XIII Edición Diploma Bioética

Amar la vida. Reflexiones de unos estudiantes de enfermería.

“Amar la vida”, maravillosa frase con la que me siento muy identificada, sin embargo, que sentido tan distinto se transmite en la película protagonizada por Emma Thompson y que lleva estas palabras por título.

Sinopsis: Película estadounidense, estrenada en 2001. Vivian Bearing, profesora universitaria de literatura, es diagnosticada de un cáncer de ovario metastásico (Estadio IV), con un pronóstico infausto y para el que no hay cura. Se le propone entrar en un ensayo clínico, siendo ingresada en un Hospital. A partir de ahí, se nos narra cómo se va desarrollando todo el proceso y como se enfrenta la protagonista, a un terrible dolor no solo físico si no emocional. Se encuentra sola, no tiene familia ni amigos que la acompañen, las únicas personas que entran en su habitación son los médicos y la enfermera. Un drama desgarrador.

Pensando en cómo abordar este post y dándole vueltas al tema, tengo que reconocer que me sentía un poco perdida. Yo que creo más en las causalidades que en las casualidades, voy a contaros de donde partió esta idea. Un día, tengo una conversación con una gran amiga, de esas personas que transmiten paz y que siempre me saca una sonrisa, aun en los peores momentos. Doctora en Enfermería y profesora de la facultad de Enfermería, me comenta que ha trabajado con sus alumnos esta película y que han hecho un ejercicio donde han plasmado las reflexiones que han sacado cada uno de ellos tras visionarla en clase. Me propone hacer este post en base a las conclusiones que han sacado sus alumnos, la verdad es que me parece una bonita idea. Ella le pidió permiso a sus alumnos para que yo leyera lo que habían escrito, les explicó cuál era la finalidad y ellos lo autorizaron. Me dispuse a ello, sentía enorme curiosidad por conocer cuál era la opinión de personas tan jóvenes sobre un tema que en nuestra sociedad continua siendo tan tabú como hablar del final de la vida y la muerte.

El trabajo que realizaron en clase consistió en visualizar de forma grupal la película, posteriormente la trabajaron siguiendo las directrices de su profesora, hicieron una puesta en común y después de forma individual tuvieron que responder a una serie de preguntas:

  1.  ¿Qué te ha parecido la película?

“Se muestran comportamientos no tolerables e inhumanos”

“La paciente es tratada como una muestra dentro un ensayo clínico, la ven como un experimento”

“Sólo se tienen en cuentan aspectos biológicos y no emocionales”

“A pesar de firmar el consentimiento informado, la paciente no sabe qué va a participar en un ensayo clínico”

“No le permiten tomar decisiones”

“La paciente se autodefine como un frasco que contiene una enfermedad”

“Me preocupa mucho que esto pueda ocurrir en la vida real”

“Gran falta de afecto y empatía”

“Falta de información y comunicación”

“No se tiene en cuenta el principio de no maleficencia”

“Falta de compasión”

  • ¿Cómo consideras qué es el ambiente del hospital?       

“Muy frío”

“Jerarquizado”

“Poco íntimo, no se tiene en cuenta el pudor de la paciente en las exploraciones”

“Ambiente muy de hospital americano: calidad técnica, muchos recursos, clima laboral competitivo: prevalece el prestigio personal sobre el colectivo”

“Se generan esperas innecesarias que producen incomodidad en la paciente durante las pruebas diagnóstico“

«Veo un ambiente muy normal en los hospitales, hay mucho movimiento, un no parar constante”        

http://medicinaycine.blogspot.com/2013/12/amar-la-vida.html

  • ¿Qué valoración haces de la relación de la paciente con el médico?

“Nefasta”

“Biomédica”

“Basada en protocolos”

“Actitud soberbia por parte del médico”

“Falta de compasión”

“Deshumanización”

“Parece un funcionario entregando documentación”

” Relación investigadora”

“Frialdad”                                 

“Paternalista”

  • ¿Qué valoración haces de la relación de la paciente con la enfermera?

“Al principio, la relación es fría, pero cuando es consciente que la paciente está sola, cambia de actitud mostrándose empática y cercana”

“Humana”

“Acompañamiento”

“Apoyo emocional”

“Tiene en cuenta los valores de la paciente”

“Compasiva”

  • ¿Cómo crees que es la información que recibe la paciente?

“Escasa”

“Muy mal transmitida”                                                                                                     

“Compleja, difícil de entender”

“Lenguaje muy técnico”

“No queda claro que la paciente vaya a participar en un ensayo clínico

  • Sufrimiento de la paciente

“Soledad”

“Gran sufrimiento por dolor incontrolado”

“Sufre mucho en silencio queriendo dar imagen de mujer fuerte”

 “Sufrimiento intenso por el trato tan frío que recibe”

                                                                                                                        http://medicinaycine.blogspot.com/2013/12/amar-la-vida.html                                                            

  • ¿Crees que ha tenido una muerte digna?

En este apartado hay opiniones enfrentadas. Por un lado, hay alumnos que consideran que SI ha tenido una muerte digna frente a la opinión de otros que consideran que NO la ha tenido.

“No se respeta el principio de autonomía de la paciente, dejó dicho que no quería que la reanimaran y no lo tuvieron en cuenta cuando la enfermera verbaliza el deseo de la paciente”

“No ha tenido una muerte digna, trato deshumanizado y sin tener en cuenta su dignidad”

” Considero el concepto de muerte diga subjetivo, cada uno puede tener su percepción”

“Considero que, si ha tenido una muerte digna, al final la acompaña su profesora y le lee un cuento. En esa escena se respira Paz”

“Ha tenido una muerte digna, estaba acompañada”

Cuando una persona se enfrenta a un diagnóstico de tal impacto como supone el Cáncer, se siente vulnerable, frágil, desconcertada. La vida cambia de forma radical desde el mismo momento en que recibe la noticia. Siente miedo, tanto al presente (tratamientos agresivos, pruebas diagnósticas, alteración de su imagen corporal, etc.) como miedo a un futuro incierto (esperar respuesta a los tratamientos, durante unos años revisiones periódicas siempre con la incertidumbre de que la enfermedad pueda volver a aparecer). Por todo ello, es fundamental que el trato que reciba sea empático, cercano, generarle un ambiente de seguridad, dejar que exprese sus sentimientos, sus miedos, recibir la información de una forma adecuada y adaptada a sus necesidades.

Estoy de acuerdo prácticamente con la totalidad de conclusiones que han sacado los alumnos. Lo que más tristeza me produce es ser consciente de que, aunque cada vez menos, este tipo de actuaciones siguen ocurriendo en la vida real. Considero de gran importancia que se trabajen en las facultades y en los centros sanitarios la HUMANIZACIÓN en todo el sentido de la palabra, para evitar que este tipo de actuaciones sigan repitiéndose.

Me gustaría terminar con estas palabras, no puedo determinar quien es el autor/a porque se atribuyen a diferentes personajes ilustres en el mundo de la sanitario, pero creo que es algo que todos los profesionales de la salud debemos tener grabado en nuestro interior y llevarlo a la práctica en nuestro día a día profesional.

                                            “Si puedes curar, cura

                                              Si no puedes curar, alivia

                                              Si no puedes aliviar, consuela

                                              Si no puedes consolar, acompaña”

Post elaborado por M. Luisa Rodríguez Maldonado, alumna de la XIII Edición del Diploma de Bioética

¿Antes de ti o antes de mi?

Cuesta pensar que una película cuya imagen de portada sea la de dos chicos mirándose enamorados pueda tratar sobre un tema del final de la vida. “Antes de ti” es una película de drama romántico de 2016 dirigida por Thea Sharrock y adaptada de la novela del mismo nombre de Jojo Moyes. La película está protagonizada por la famosa Emilia Clarke o más conocida por Daenerys de la casa Targaryen, protagonista de la famosa serie de televisión “Juego de Tronos”.

Esta película la vi hace unos años cuando se estrenó en 2016, yo aún era estudiante de medicina, y sinceramente, por aquel entonces, me causó un sentimiento de rechazo hacia la eutanasia o ayuda para morir. El final trágico e inesperado de la historia creó en mí un mar de dudas.

La película trata de una alegre veinteañera que jamás ha salido de su pueblo, y que debe buscar urgentemente un trabajo para mantener a su familia. El trabajo que consigue es hacerle compañía a un exitoso hombre de negocios enamorado del deporte de riesgo y que, tras sufrir un atropello por una moto, queda tetrapléjico en una silla de ruedas. Debido a su condición, este ex aventurero cae en una profunda depresión, por lo que está cada vez más decidido a quitarse la vida por medio del suicidio asistido. Por todo ello, sus padres contratan a la chica para animarlo y que cambie de idea. Durante toda la trama, la chica intenta cambiarle de opinión, así que organiza toda una serie de excursiones para enseñarle lo valiosa que es la vida naciendo un emotivo y gran sentimiento de amor entre los dos jóvenes. Finalmente, no lo consigue a pesar de quedarse enamorado de la chica y el chico viaja a Suiza con su familia y se produce el temido desenlace.  

Pues bien, hace unos días volví a verla. Mi situación personal ha cambiado. Llevo a mis espaldas varios años tratando con pacientes y familiares. Todos con una personalidad, carácter, valores y creencias muy diferentes. He visto, vivido y compartido el sufrimiento traducido en distintas formas y situaciones personales.  Y al igual que mi situación personal ha cambiado, también lo ha hecho mi forma de ver esta película. Gracias a ella he podido comprender un poco más el sufrimiento que puede llegar a pasar un paciente con enfermedad incurable. Aunque no me quedo aquí únicamente…

Hace unos meses cuando escuché de unos compañeros que se había llevado a cabo la prestación de ayuda para morir en un chico con una enfermedad mental incurable pero no terminal, me hizo pensar mucho sobre este tema.

¿Qué significa estar enfermo? Según la Organización Mundial de la Salud, define «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». 

La ley que regula actualmente la eutanasia dicta una serie de criterios que tienen que cumplir las personas que quieran solicitar la prestación de ayuda para morir, entre ellos el criterio principal de ellos es: “Sufrir una enfermedad grave e incurable o padecer una enfermedad grave, crónica e invalidante en los términos establecidos en esta ley, certificada por el médico o médica responsable”

Cuando se estrenó la película, la eutanasia era ilegal en España, por tanto, estas cuestiones no se nos habían planteado anteriormente a los profesionales de la salud.

La Ley Orgánica 3/2021 de 24 de marzo de Regulación de la Eutanasia (LORE) entró en vigor en España a los 3 meses de su publicación, el 25 de junio de 2021.

Esta ley suscita reflexiones en diversos sentidos y responde al desarrollo de la ley de autonomía del paciente.

Por tanto, digamos que la película trata de forma correcta el caso aplicado a la ley, pero… ¿Cómo médicos que pensamos? ¿Qué pensaron los padres y la chica? ¿Se ha de provocar el sufrimiento de la pérdida de un ser querido a tres personas para evitar el sufrimiento de una de ellas?

El amor de sus padres y el de la chica no les dejaba ver más allá, sobre el deseo que el joven siguiera vivo. Pero para el chico, estar vivo no era suficiente porque no era una vida completa, el no poder realizar sus actividades que lo hacían sentir vivo, como el deporte o ir caminando de la mano de una chica, hizo que cayera en una profunda depresión y por ende padecer un sufrimiento irreversible, a pesar de que su enfermedad no era una patología terminal como un cáncer u otra enfermedad crónica incurable.

Llegados a este punto, os planteo una reflexión. Supongamos que el joven siguiera vivo pero inmenso en una depresión tan profunda que no le dejara vivir, por otro lado, todo lo contrario, que se produjera la situación contraria en la que no se tomara en cuenta la opinión de sus familiares y se hiciera eutanasia de forma inmediata. Entramos dentro de lo que conocemos como un conflicto moral.

Como buen conflicto moral los extremos y las dualidades (bueno/malo, positivo/negativo, favor/contra), así como los valores puesto en juego (la vida, la libertad, la autonomía y la dignidad) nos obligan a evitar respuestas simples, uniformes o únicas. La vida es un valor esencial, pero no es único ni absoluto.  De hecho, es el propio individuo, que es libre y autónomo, el que confiere a su propia vida, su sentido y relevancia y por último su dignidad. Por otro lado, tradicionalmente en España ha prevalecido el derecho a la vida como algo absoluto, seguramente influenciado por costumbres y religión. En este sentido, es difícil que los médicos que llevan más tiempo en la profesión puedan replantearse la eutanasia como un derecho y, de la misma forma, ser aceptada socialmente en nuestra población. O quizás ¿no es cierto qué, si ahora le preguntáramos a nuestros abuelos, que es eso de la eutanasia? Nos responderían… “eso que los veterinarios les hacen a los animales para que no sufran…”

Efectivamente, evitar sufrir… y qué mayor amor hay, el que intenta evitar que nuestro ser amado sufra.

Por tanto, en mi humilde opinión, se debería ver más allá del horizonte para realizar una buena práctica profesional que ayude de manera individual y consciente a nuestros pacientes.  Porque si podemos curar, curemos, si no podemos curar, aliviemos, si no podemos aliviar, consolemos y si no podemos consolar, acompañemos.

Y como decía Seneca, la muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo y para muchos un favor.

Clara Hidalgo López, alumna de la XIII Edición del Diploma de especialización en Bioética

La vida es un regalo

Es difícil escribir sobre el final de la vida. No solemos pensar en que algún día, en algún momento, ya seas joven o viejo, nos tocará a todos pasar por la experiencia de la muerte. Pero a todos nos llega sin excepción.


A unos sin esperarla, a otros tras una larga espera, otros en el momento más inoportuno… si existe alguna ocasión oportuna para ello.

Y cada uno en sus circunstancias. A veces, será un padre, una madre, un hermano, un hijo, un compañero de vida, un amigo, un paciente… uno mismo, en definitiva, porque todos somos “ellos” en algún momento de la vida. Alguien que quieres, alguien que odias, alguien que no te importa o que te importó hace tiempo.

Todas estas circunstancias se reflejan en la película “La ballena”. Frente a la muerte, nadie queda indiferente, ni siquiera el médico más “profesional”.

Puede ser un momento dramático o un momento reconciliador, como sucede en la película, donde tendremos que enfrentar nuestros miedos, errores, aciertos, creencias… con mayor o menor dificultad, porque vivir no es fácil, pero morir tampoco. A veces, nos permitirá intentar arreglar lo que habíamos estropeado, otras veces no tendremos esa oportunidad.

Cuando nacemos nadie nos pregunta si queremos vivir, nos regalan la vida y nos lanzan/lanzamos a una carrera en la que nadie sabe en qué momento llegamos a la meta. Y cuando estemos llegando a los últimos momentos nos puede sorprender en soledad, como al protagonista de nuestra película, o rodeados de personas. Algunos verán en la muerte la solución a sus problemas, otros verán el momento de llegar al ansiado paraíso, otros la verán como el final de una soledad que duele… Pienso que hay tantas formas de morir como personas en el mundo porque cada una es especial y única.

Para todos, los que se van y los que se quedan, será el momento de enfrentarse a decisiones que no se quisieron tomar con anterioridad: hablar, escuchar, perdonar, amar… despedirse, en definitiva, sabiendo que no hay marcha atrás. Para los que se van el dilema será en muchos casos adelantar el momento de partir ya sea rechazando actuaciones que pueden prolongar su vida o solicitando su terminación. Para los que se quedan el dilema será aferrarse a la persona que quieres y evitar su marcha o permitir su partida, aunque duela, en un último acto de amor hacia ella.

Lo que está claro es que, al final, la muerte llega y ahí se acaba todo… o no…

Mercedes Forcada Falcón, alumna de la XIII Edición Diploma Especialización en Bioética

Esperando el diluvio

Esperando el diluvio de Dolores Redondo.

El inspector escocés Noah Scott Sherrington ha dedicado los últimos años de su vida a detener al asesino en serie de mujeres conocido como John Biblia, cuando por fin lo ha descubierto y lo tiene esposado, sufre un paro cardiaco y todo se para y comienza de nuevo con un gran cambio: está gravemente enfermo por una miocardiopatía dilatada avanzada, le quedan a lo sumo 4 meses de vida, pero el asesino sigue suelto y decide sacrificar lo poco que le queda para detenerlo y evitar que siga provocando destrucción y sufrimiento. En contra de las indicaciones de los cardiólogos que lo llevan y retirado de forma forzosa de la Policía, decide seguir su instinto y viajar a Bilbao, luchando cada día contra los síntomas de la insuficiencia cardiaca y contra el miedo de poder morirse en cualquier momento, consigue reinventarse, apasionarse, abrirse a nuevos amigos incluso al amor y disfrutar lo que piensa que son los último momentos de su vida, valorando las treguas que su corazón le dan para acabar cumpliendo sus metas antes de lo que cree que será su final coincidiendo con el diluvio de Bilbao de 1983.

Ana Expósito Távora, alumna de la XIII Edición Diploma Bioética

Señora de rojo sobre fondo gris

Novela de Miguel Delibes, 2010.

Se trata del relato de un pintor una vez fallecida su mujer de 48 años tras una complicación grave e imprevista, en el postoperatorio de un neurinoma.

Se desarrolla en 1975. Una de sus hijas y su yerno están en la cárcel por sus actividades políticas, y es en esas fechas cuando surgen los primeros síntomas de la enfermedad.

Primero nos la describe a ella a través de pequeños detalles cotidianos que pueden quedar resumidos en una de las frases centrales de la novela: “Era una persona que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir.”

Al principio hay gran incertidumbre y ni siquiera los médicos saben de qué se trata de modo que los familiares intentan encontrar la causa de los males que padece de forma muy sencilla. -Ya se lo que me pasa,- dice ella un día muy contenta- es la muela!.

Cuando ya hay un diagnóstico y disminuye bastante la incertidumbre, Ana nunca pierde el ánimo ni la compostura y en algún momento comienza a mirar a la muerte de frente de modo que vive esos meses preparándose para lo peor a pesar del buen pronóstico que le transmiten los médicos. Es como si tuviera un mal presentimiento. No es que hablen del tema en casa, pero eso se nota.

Incluso inventa un inocente juego para tratar de buscarle una futura esposa a su marido. Ella toma sus propias decisiones acerca de como sobrellevar su situación. La lectura de un poema de Ungaretti cuyos últimos versos repite con frecuencia, parece darle el apoyo y el consejo que necesita:

Morir como las alondras sedientas
en el espejismo.
O, como la codorniz
una vez atravesado el mar
en los primeros arbustos…
Pero no vivir del lamento
como un jilguero cegado.

Ana decide no quejarse.

El pintor, por su parte, no puede sobreponerse a la idea de que en la operación del neurinoma la mujer puede perder el nervio facial y le aterroriza la idea de que se la devuelvan con la cara asimétrica, diferente. En ningún momento ha contemplado la posibilidad de que algo salga mal en quirófano y pueda perderla. Sin embargo, por alguna razón, desde que comenzaron los síntomas, ha perdido la capacidad de pintar.

Entran en la dinámica de una serie de pruebas diagnósticas antes de la Cirugía, una detrás de otra, hasta que en una de ellas Ana se detiene y contesta: –de acuerdo, pero de momento vais a dejarme tranquila hasta que Alicia se case-.
Se toma un tiempo para dejar todo preparado, para vivir, para recordar, para ayudar a sus hijas…

El tiempo parece detenerse mientras esperan la intervención quirúrgica y ella está decidida a disfrutar plenamente del momento presente, disfrutar de las cosas sencillas. Alterna ratos de gran actividad con otros en los que se siente mas cansada y simplemente se sienta a hablar con su marido.

Él parece darse cuenta, después de perderla, de cómo la vida es algo que puede dejar de ser pero que, aunque lo sepamos, en el fondo no lo creemos. La muerte, la propia o la de un ser querido, en cierto modo, siempre nos pilla por sorpresa. Y dice así: “ cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto , sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad.”

Tuve la oportunidad de ir a ver la Obra de teatro que, basada en la novela, interpreta José Sacristán. Fue en Granada, el 18 de febrero. Fila 4. Era la primera vez que le veía en persona después de muchos años de admiración. Salió por una esquina iluminada en la oscuridad del escenario, a escasos metros de mi butaca.

Comenzó a hablar y con su prodigiosa voz nos dejó a todos mudos en las primeras frases de su discurso. Durante el transcurso de la obra, sus palabras, su voz… nos mantenían vivos. Hacía frecuentes pausas. Era tal el hechizo de su voz, que cuando dejaba de hablar era inevitable cierto desasosiego interior.

Al poco de comenzar la obra, tosió alguien entre el público. Coincidió que el actor hizo una pausa. Coincidió?. Poco después otra tos, otra pausa, esta vez más larga. Y así una y otra vez, solo que con cada nuevo episodio de tos, su pausa era mas larga, su gesto de fastidio más evidente. A veces levantaba la mirada y buscaba entre el público al responsable, otras miraba al suelo y se sostenía la cabeza con gran pesar. Luego continuaba con la obra, a veces por donde lo había dejado, otras, repetía desde el principio la frase interrumpida, como un colegial que sólo se
sabe la lección si la dice desde el principio. Hubo varias veces en que la pausa fue tan prolongada que generó en el público una gran angustia, la angustia de saber que aquello que estaba sucediendo podía dejar de suceder. La obra no estaba asegurada. Parecía que el actor iba a abandonar el escenario en cualquier momento. Aquella representación no era necesaria, como la vida de Ana, … era pura contingencia.

Finalmente algunas personas se salieron de la sala y, en general, nadie volvió a toser. No necesitó más personajes ni más escenarios para transmitirnos la soledad y la tristeza e incluso la rabia de un pintor que ha perdido a alguien que llenaba toda su vida. La rabia también de no ser él el autor del cuadro que mejor supo capturar su belleza y personalidad: señora de rojo sobre fondo gris.

Mientras nos habla, con frecuencia sostiene un vaso con licor. No esconde que es la manera de seguir “viéndola”, ésa y mirar el retrato que a todos nos sobrecoge en un precioso final.

Cuando acabó la obra y salió a saludar, al ver su rostro feliz, cambiado, su mirada agradecida y emocionada, me dí cuenta de que sus pausas tan evidentes (independientemente de que señalaran la mala educación del público) habían formado parte de su actuación, una magnífica metáfora con la que supo transmitirnos la angustia del personaje ante lo que puede dejar de ser, ante lo que podemos perder sin saber si quiera que tenemos.

Matilde Arias Díaz, Alumna de la XIII Edición del Diploma de Bioética

Creciendo en el Sol (Growing In The Sun)

Mercedes Sosa (imagen: sobre retrato de Anne Marie Heinrich)

PRESENTACION

A menudo las canciones tristes son las más hermosas. Esta canción que presento “Zamba para no Morir” es una de las más bellas que conozco y es muy triste, sin embargo, no habla de amor (entendiéndolo desde el plano romántico), habla de un amor diferente, el amor a la vida, habla de la muerte.

La conocí poco tiempo después de perder a un ser querido y de alguna manera esta canción y alguna de sus frases parecían escritas para él, por lo tanto, cada vez que la escuchaba lloraba sin consuelo

Pero llega 2022 y el inicio del Diploma de Bioética en su XIII edición y comienza a rondarme de manera muy cansina en la cabeza de nuevo y claro, al cambiar el enfoque y la mirada me doy cuenta, de que con esta canción tengo un material perfecto para hablar sobre la ACEPTACION Y TRASCENDENCIA en el final de la vida, un tema que me apasiona y sobrecoge a partes iguales; la cuestión es que vuelvo a escuchar la canción y para mi sorpresa, ¡ya no lloro!

LA CANCION

Compuesta por Hamlet Lima Quintana, Jorge Ambrós y Héctor Alfredo Rosales aunque la populariza pese a sus muchísimas versiones la Gran Mercedes Sosa.

¿Y qué es la Zamba? Bueno, pues es una danza popular de la música tradicional argentina. No vamos a hablar de su estructura, creo que no procede, pero si os digo que se baila vigorosamente y popularmente con pañuelos, pero eso sí, aunque es sensual, nada de pegarse…

OS PRESENTO A MERCEDES SOSA

Debatía el otro día con alguien sobre la calidad (o falta de ella), de la música latinoamericana; el caso es que había un gran problema, entendíamos por dicha música entidades diferentes. Ésta persona pensaba que el Reguetón es claramente su máximo exponente y por lo tanto restaba calidad según él entendía, a la cultura que trasmiten como nación, pero obviamente yo, no estaba de acuerdo. Cierto es que actualmente es la música popular más escuchada en nuestro país, incluso a nivel mundial pero, es acaso representativa del folclore en el Sur de América?? No, no lo creo.  

Explicar mi postura no era nada fácil, viendo que no tenía éxito en mi discurso me vi obligada a enfatizar un poquito: “Escuchad a Chávela, a Compay…. escuchad a la voz de América o la negra como queráis llamarla, escuchad a Mercedes Sosa” decía yo un tanto sobreactuada y el caso es que no es tan difícil perder los papeles cuando percibimos que nuestro discurso no obtiene el resultado que esperamos

Después de esto nos encontrábamos en un punto en el que no avanzábamos así que tras varios silencios incomodos, dimos por finalizada la conversación

LA NEGRA

La Negra, nació en Tucumán, Argentina en 1935 y falleció en 2009 mismo año en el que grabo un doble disco de duetos (dos Grammys y disco de oro en Argentina). Ella comenzó a cantar en un momento en el que el folklore característico de provincias comenzaba a desbancar al tango como música popular por excelencia. Fue defensora del Nuevo Cancionero como movimiento que busca la coexistencia de las diversas expresiones regionales de la música en su país, siendo defensora de este movimiento hasta el final de sus días. Era amante de las colaboraciones, encontraba riqueza en el compartir y era según la definen muy generosa como artista. Tuvo numerosos reconocimientos, nominaciones y premios, más de 50 discos., que más se puede añadir…

Su registro cambio a través de los años, siendo al principio Mezzosoprano y evolucionando a Contralto en su etapa más madura, pero a mí lo que más me emociona es ese timbre oscuro y cálido a la vez y esa potencia con la que desafía los graves. Por cierto, en ninguna grabación que haya visto en directo, desafina

En 2023 aparece en el número 160 entre los 200 mejores cantantes de la historia según la revista Rolling Stone 

ANALISIS

Es una canción que describe en primera persona los últimos momentos al final de una vida, la muerte ya está próxima, casi parece estar experimentándola en ese preciso momento

Desde el punto de vista de una completa aceptación, menciona aquello que va perdiendo en el proceso de morir y aquello que más le duele perder, su voz.

Sabe que deberá afrontarla en soledad, el cansancio de lo que parece una larga vida le pesara como nunca, ya no es joven y vital; su naturaleza se está quebrando, igual que una flor que se marchita o la madera del árbol que se pudre o se cae. Sin embargo, el árbol se renovará, y nacerá otra flor, al igual que ella volverá con su voz intacta “Repartida en el aire a cantar”

Se adivina una fase de aceptación al asumir lo inevitable, pero no tiene miedo, no pide compasión, no parece que haya grandes hechos de los que arrepentirse, aunque no hay más información que ayude a analizar etapas previas (caos, negación, rabia, etc.), la protagonista parece en. paz. No se revela, no lucha contra la obviedad de lo inevitable, contra la muerte que ya la acaricia. Ella ha decidido cómo afrontarla, como recibirla y ha decidido dejarse llevar, por lo tanto “Se dispone a partir

En esta despedida también se atisba cierto sufrimiento, pero de manera muy sutil mientras va desprendiéndose de sí misma, siempre como una actitud de humildad

Si analizamos la frase “: Veo el campo, el fruto, la miel, y estas ganas de amar ( su voz se quiebra en la canción ), no me puede el olvido vencer “, entenderemos que se encuentra en el proceso que precede a la muerte, con las consecuentes perdidas y la incertidumbre de imaginar lo que puede llegar a ser. Ya no hablamos del cuerpo si no de lo emocional, de sus ganas de vivir, de amar (y ser amada). Esto mismo hace que pueda reconocerse a si misma como persona, persona como fruto de todo aquello que ha vivido.

Alude a una temporalidad que a lo largo de la canción la coloca en diferentes etapas del ciclo de su vida, a veces no desde su propia persona, pero si con metáforas o comparaciones. Utiliza verbos en pasado, presente y futuro, lo que fue, lo que está siendo y lo que será

La canción podría terminar con este mensaje y ya sería hermosa, pero hay algo más que la hace excepcional y es el sentido de trascendencia, que libera y transforma.

Lo vemos claro en alguna de estas frases “Una historia me recordara “, “No me puede el olvido vencer” o “En el hijo se puede volver, nuevo” vemos la necesidad de afrontar la búsqueda del sentido de su existencia, en el renacer y entiendo que este deseo de lo que puede ocurrir o esta fe o convicción minimiza el miedo, lo anula; ya no hay por qué temer, seguiré aquí de una manera u otra, todo ha tenido sentido!

HIMNO

Situémonos en España en el año 2020 una canción “Resistiré” del Dúo Dinámico, se convirtió en un himno frente al coronavirus que impulsaba con cierto optimismo el seguir adelante. Cada día, sobre las 20:00 horas sonaba en cada rincón, también en los medios de comunicación, en cada foro, en fin, era un canto a nuestra fortaleza. ¿Pero pensaba yo… tantos muertos y tanto sufrimiento? ¿Dónde está nuestra fortaleza?

Pues bien, ¿Adivináis cuál fue el himno en Argentina?, pues si, “Zamba para no Morir”. Tras lo que hemos analizado, ya sabemos que esta canción coloca la muerte en una esfera más natural, en el que la aceptación resta dolor al proceso de morir y a la vez libera al que está a punto de experimentarla.

Allí también se hicieron numerosas versiones, los artistas más importantes la cantaron, estaba en todas partes, televisión, internet, etc., parece que funcionamos de la misma manera, pero, ¿realmente es así? En la tradición andina la muerte se afronta con tal naturalidad que la persona que muere no desaparece si no que toma otro lugar en la familia o comunidad. Los rituales tienen muchísima importancia de manera que ayudan a que se complete el ciclo incluso pueden llegar a tener una capacidad terapéutica. Existe una conexión directa con la tierra y la naturaleza y el alma requiere de largas secuencias de celebraciones.

Este no es mas que un ejemplo de la enorme variedad de culturas que viven incluso celebran la muerte de forma tan diferente a la visión occidental

En el mundo occidental la muerte deja de contemplarse como un acontecimiento comunitario, nos limitamos a la individualidad más exacerbada y el individuo en ocasiones queda solo ante frente a su propia realidad. El duelo o la expresión de los sentimientos se hace más contenida y cada vez más se rehúsa a hablar de la muerte, por lo tanto, ¿Hubiera sido posible en España un himno que hablara de la muerte de forma tan explícita? Creo que coincidimos en la respuesta

BIBLIOGRAFIA “

  • (1) Deliberar no es debatir de José Lázaro, 08/06/2016
  • (2) El acompañamiento espiritual en cuidados paliativos: una introducción y una propuesta. Enric Benito, Javier Barbero y Alba Payás, Grupo Arán ediciones, Madrid, 2008
  • (3) Sobre la felicidad y el sufrimiento “On Happiness And Suffering” Ramón Bayés Sopena
  • (4) Etnografías de la muerte y las culturas en América Latina
  • (5) La muerte en la cultura occidental: antropología de la muerte
  • (6) Mercedes Sosa, la voz de la esperanza, de Anette Christensen
  • (7) Cuadernos de Música – Mercedes Sosa. – Rufiner, Álvarocapparrós Martín

Post realizado por: María Amaro Méndez. Trabajadora Social. Alumna de la XIII edición del Diploma de Bioética

Ciencia y caridad

En este lienzo, Pablo Ruiz Picasso, a través de los colores proporciona a cada personaje su papel dentro del lienzo. El rostro del personaje central es más amarillo que el de los demás personajes, así como el color de la ropa de cama, es un indicador de enfermedad. ya que el amarillo está relacionado con uno de los humores corporales: “bilis amarilla”. Además, usa el negro para los dos personajes que se encuentran a cada lado de la cama, estando este color asociado a la muerte. El uso de estos colores nos ayuda a interpretar la situación que representa: el final de la vida.

A ambos lados de la cama, se observan dos conceptos diferentes de afrontamiento del final de la vida o la muerte. A la derecha de la cama, el médico, que se coloca en la cabecera de la cama, de ahí el nombre de “médico de cabecera”, mientras observa un reloj toca la mano de la enferma, pero ¿quiere dar apoyo? o ¿le está controlando el pulso?

La ciencia, representada por el médico, presta atención a lo biológico e intenta controlar el proceso de la muerte. Además, la ciencia se muestra fría y distante del sufrimiento de la enferma. Al otro lado, una monja, que representa la caridad o el acompañamiento en el final de la vida, mientras le dirige la mirada, le proporciona un vaso y porta al hijo de la persona enferma, lo que denota proximidad e intento de ayudarle en el proceso. La caridad, no debe ser entendida como “ la virtud teologal del cristianismo que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo”, sino como un “sentimiento o actitud que impulsa a interesarse por las demás personas y a querer ayudarlas, especialmente en los momentos con mayor necesidad”. La monja es la precursora de la enfermera actual, que se ha asociado al cuidado.

Este lienzo muestra que la caridad siempre debe estar al lado de la ciencia, evitando perder la “visión de la persona” por la “visión de los órganos u organismo”. En la actualidad, se puede extrapolar por la prestación de cuidados paliativos y al cambio de paradigma en el afrontamiento del final de la vida.

Eduardo Sánchez Sánchez, alumno del XIII Edición Diploma Bioética

Hoy, de nuevo, fue un rutinario día. Uno tras otro, todo es monotonía

Acaba el día, estoy cansada y vuelvo la vista atrás para ver como he llegado hasta aquí, decido asomarme a cualquier día: al día de hoy, al día de ayer o anteayer y siempre igual.

Llega la mañana y con ella el despertador que me invita a  levantarme, una ducha rápida y un café para empezar a funcionar. Me doy cuenta que llevo tres minutos de retraso con el tiempo preestablecido para poder coger el metro y comienzo a correr, como todos los días, consigo llegar a tiempo e incluso puedo sentarme. Desde esta perspectiva puedo observar a los viajeros y veo que cada uno va envuelto en su papel, nadie se fija en mí.

Llego al trabajo y solo tengo tiempo de un “buenos días”, para iniciar el trabajo, no puedo perder un segundo, el ordenador me espera. Anhelo la hora del desayuno para compartir con los compañeros un momento de expansión, “el mejor de la mañana”, pero no llega, cuando me doy cuenta se ha pasado la mañana y no me he movido de mi asiento. Me despido hasta mañana y me echo de nuevo a la calle para volver a casa. Decido ir andando, seguramente será más rápido.

Una comida ligerita y salgo de nuevo de casa, tengo que cuidar a mi madre que espera impaciente disfrutar de mi compañía. Yo estoy agotada, pero ella habla y habla sin parar, aunque a estas alturas yo ya poco la escucho.

Vuelvo a casa donde me espera la soledad del salón y una película, esta noche será “La teoría del todo”. Cuando me voy a dormir pienso en otro día igual, nada distingue uno de otro, me invade la sensación de monotonía y siento que no hay nada peor que esta sensación.

Después recuerdo la película que he visto esta noche y rectifico. Si hay algo peor, no valorar.

Pienso en lo que se debe sentir teniendo una mente sana dentro de un cuerpo incapacitado funcionalmente, querer salir de un cuerpo imperfecto para vivir esa rutina, esa monotonía.

Director: James Marsh

Historia de: Jane Wilde Hawking

Nominaciones: Oscar al mejor actorOscar a la mejor película.

Año: 2014

La esclerosis lateral amiotrófica (ela) es una enfermedad progresiva del sistema nervioso que te va incapacitando y te lleva a carecer del control de tu propio cuerpo. “la ela te deja únicamente a las personas que de corazón quieren estar contigo” estar “preso” dentro de tu propio cuerpo no tiene descripción posible, lo más cercano, solo puede expresarlo aquella persona que lo experimenta día a día como es el caso de luis marcos, que intenta transmitirlo en:

‘El viaje a Islandia’, un corto documental de César Vallejo

Actualmente el derecho a una muerte digna se contempla en la legislación española aunque queda un largo camino por recorrer

El sufrimiento ante una enfermedad terminal va más allá de la patología en sí. El enfermo terminal antes de tomar una decisión radical contempla como quiere morir, como no quiere vivir, su familia y la sociedad que le rodea. Martha da respuesta a estas cuestiones en una explosión de júbilo ante la aceptación legal a poder morir como desea.

Muerte Digna Martha sabe que morirá el domingo 10 de octubre

Ella es consciente de que parte de la sociedad no entiende su decisión y trata de ser inclusiva en relación con los principios morales de nuestra sociedad. Esto también puede ser contemplado bajo el prisma del valor espiritual. “Siento que no puede existir un Padre que quiera ver a sus hijos sufriendo”.

La eutanasia no es una decisión individual que afectaría solo al enfermo que la pide. Su legalización es algo que repercute en las relaciones entre enfermo y familiares, en la ética de los profesionales sanitarios y en la consideración social del respeto a la vida humana. Así lo pone de manifiesto un artículo de Luis Miguel Pastor, editor de Cuadernos de Bioética, en un número de la revista dedicado a “Morir con dignidad y eutanasia”

La iglesia no comparte la visión actualizada frente a la muerte digna, tratando de preservar una arcaica moralidad,  presenta cuatro documentos sobre la eutanasia:

  • La vida es un don
  • Artesanos de vida y esperanza
  • No hay enfermos incuidables
  • Samaritanus bonus

Ante un paciente terminal la medicina oferta unos cuidados paliativos con el objetivo de tratar determinados síntomas y aliviar al paciente en la agonía siempre intentando alejarse de la obstinación terapéutica.

La Dama y la Muerte

“LA EUTANASIA NO ES UN ACTO MÉDICO, AUNQUE LA LEY ASIGNE ESTA FUNCIÓN AL MÉDICO”

“¿Como ser humano digno tengo el derecho de morir dignamente o tengo la obligación de vivir sufriendo?”.

BLAKE – MUERTA EN VIDA

Post elaborado por Yolanda Carmona Luque, alumna de la XIII Edición del diploma Bioética 2022-2023