La muerte de Ivan Ilich

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-¡Señores! –exclamó ¡Ivan Ilich ha muerto!
-¡No puede ser!
-Ahí está. Léalo usted mismo -dijo a Fyodor Vasilyevich, alargándole el periódico que, húmedo, olía aún a la tinta de imprenta.

 

El libro comienza con la noticia de la muerte de Iván Ilich, un funcionario de la magistratura y, a partir de ahí se a relata el funeral, de la mano de un compañero suyo del tribunal. Una vez que el funeral ha terminado, la obra narra la vida del protagonista, Iván Ilich. Su familia y la trayectoria ascendente de su carrera, desde su etapa como estudiante, sus trabajos, los ascensos laborales, cómo conoce a su mujer, los problemas que tiene debido al carácter de su mujer, cómo mejora su vida conyugal y laboral con su nuevo ascenso y, el traslado a San Petesburgo. tras una caída fortuita, es comienza el dolor y la enfermedad. El libro nos describe el dolor, las reflexiones de Iván Ilich, cómo se siente con respecto al mundo. Finalmente, el libro finaliza como comenzó, con la muerte de Iván Ilich.

En esta novela se nos narra de manera magistral el drama que vive el individuo cuando analiza el sentido de su vida ante la propia e inevitable muerte que se  nos va acerca inexorable.

La enfermedad, el dolor y esa sensación de perdida de autonomía que nos hace seres vulnerables. Como encontramos consuelo en los pequeños detalles y como el mundo que nos rodea es despiadado con nuestra pobreza. La insensibilidad social ante los moribundos, que hacen planes sobre como se repartirán su posición. Y como caemos en la cuenta de que esta sociedad en el fondo nos ha privado de vivir una vida más autentica por seguir los parámetros de la corrección y de lo que se espera de cada uno.

También nos muestra como el médico ante el conocimiento técnico que tiene de la enfermedad puede mostrarse muy distante ante el paciente y no considerar que está ante un ser humano que tiene miedo y que lo que menos le interesa es el lenguaje técnico, sino que espera una palabra de consuelo. En este caso ni dan con el diagnóstico ni  con un tratamiento adecuado, sin embargo, tienen la actitud de tenerlo todo bajo control dándose aires de importancia, como si de ellos dependiera la vida del paciente.

“Para Ivan Ilich había sólo una pregunta importante, a saber: ¿era grave su estado o no lo era? Pero el médico esquivó esa indiscreta pregunta. Desde su punto de vista era una pregunta ociosa que no admitía discusión; lo importante era decidir qué era lo más probable: si riñón flotante, o catarro crónico o apendicitis. No era cuestión de la vida o la muerte de Ivan Ilich, sino de si aquello era un riñón flotante o una apendicitis. y esa cuestión la decidió el médico de modo brillante -o así le pareció a Ivan Ilicha favor de la apendicitis, a reserva de que si el examen de la orina daba otros indicios habría que volver a considerar el caso. Todo ello era cabalmente lo que el propio Ivan Ilich había hecho mil veces, y de modo igualmente brillante, con los procesados ante el tribunal. El médico resumió el caso de forma asimismo brillante, mirando al procesado triunfalmente, incluso gozosamente, por encima de los lentes. Del resumen del médico Ivan Ilich sacó la conclusión de que las cosas iban mal, pero que al médico, y quizá a los demás, aquello les traía sin cuidado, aunque para él era un asunto funesto. y tal conclusión afectó a Ivan Ilich lamentablemente, suscitando en él un profundo sentimiento de lástima hacia sí mismo y de profundo rencor por la indiferencia del médico ante cuestión tan importante. Pero no dijo nada. Se levantó, puso los honorarios del médico en la mesa y comentó suspirando:
-Probablemente nosotros los enfermos hacemos a menudo preguntas indiscretas. Pero dígame: ¿esta enfermedad es, en general, peligrosa o no?..
El médico le miró severamente por encima de los lentes como para decirle: «Procesado, si no se atiene usted a las preguntas que se le hacen me veré obligado a expulsarle de la sala.»
-Ya le he dicho lo que considero necesario y conveniente. Veremos qué resulta de un análisis posterior –y el médico saludó.”

El autor nos narra como ocurre la “transición” de lo que nosotros llamamos vida, que para el personaje era una entrega total al trabajo porque su vida familiar estaba llena de disgustos y malos ratos, hacia la muerte o en este caso posiblemente para él hacia la vida.

Ilich cada vez más, siente la proximidad de la muerte, y se da cuenta cómo ha vivido en las apariencias con los demás, la corrección y la rectitud y no había vivido como debía haberlo hecho. Iván Ilich se da cuenta de que en realidad ha vivido sólo y, también ahora, morirá sólo.

La convicción de saber que se está muriendo y que a nadie le importa se traduce en una total soledad. Siente como al enfermar se ha conviertido en un estorbo para las otras personas, sobre todo para su familia y como aunque todos sepan la realidad, se le trata de ocultar para tratar de seguir con la vida de manera normal. Y con esta actitud solo en el ultimo momento nos damos cuenta de lo que vamos a perder y no lo apreciamos hasta que es demasiado tarde.

“Los que lo rodeaban no lo comprendían o no querían comprenderlo, y pensaban que todo seguía igual que siempre. Eso era lo que más hacía sufrir a Iván Ilich.”

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Según pasa el tiempo ya no teme a la muerte, ni al dolor, lo ha aceptado, lo ha superado.

…”Y de pronto vio claro que lo que le había estado sujetando y no le soltaba le dejaba escapar sin más por ambos lados, por diez lados, por todos los lados. Les tenía lástima a todos, era menester hacer algo para no hacerles daño: liberarlos y liberarse de esos sufrimientos. «¡Qué hermoso y qué sencillo! -pensó-. ¿Y el dolor? -se preguntó-. ¿A dónde se ha ido? A ver, dolor, ¿dónde estás?»
Y prestó atención.
«Sí, aquí está. Bueno, ¿y qué? Que siga ahí. Y la muerte… ¿dónde está?»
Buscaba su anterior y habitual temor a la muerte y no lo encontraba. «¿Dónde está? ¿Qué muerte?» No había temor alguno porque tampoco había muerte.
En lugar de la muerte había luz.
-¡Conque es eso! -dijo de pronto en voz alta-. ¡Qué alegría!

Entendemos que la vida de Ilich en realidad le había estado consumiendo, sus principios han ido cayendo uno a uno y tiene el convencimiento de que su vida en realidad no tenía sentido y que la muerte se convierte en realidad un verdadero alivio y motivo de alegría ya que, verdaderamente no había vivido. Iván llich perdió el miedo a la muerte que tanto le agobiaba en los meses anteriores y  en vez de muerte por primera vez en este proceso vio la luz.

“¡Es el fin! -dijo alguien a su lado.
Él oyó estas palabras y las repitió en su alma. «Éste es el fin de la muerte» -se dijo-. «La muerte ya no existe.”

Máximo J. Sánchez Ruiz

 

 

2 Respuestas a “La muerte de Ivan Ilich

  1. Intenso. Has hecho una impresionante selección de las citas, Máximo. Gracias por traer a uno de los grandes contigo.

  2. «Éste es el fin de la muerte. La muerte ya no existe». Quisiera tener presente estas palabras al final de mi vida. Gracias Máximo.

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