Asuntos de la vida y la muerte. Reflexiones sobre el libro «Ayudar a morir» Iona Heath

dReflexiones sobre el libro “AYUDAR A MORIR” de la Doctora Iona Heath. Katz editores. Buenos Aires. 2008.

Apuntes sobre el citado libro de esta médico de Londres que realiza un recorrido a través de la literatura, con citas de poetas, novelistas, filósofos… bebiendo en ellos para reflexionar sobre la relación de los médicos con la muerte, con la muerte de sus pacientes. Interesante planteamiento que sorprende por la profundidad de su sencillez, por el descaro de su sentido común y por lo diferente que suena a lo que uno acostumbra a leer en las guias de práctica clínica o en las publicaciones médicas.

La negación de la muerte

Por una buena muerte entendemos morir con dignidad, con serenidad. El médico hace las funciones de intermediario entre el paciente y la muerte, hace de testigo, de compañero del paciente en este trance.

En nuestro mundo la muerte supone el fracaso de la medicina, la muerte nos evoca sentimientos de fracaso, de culpa. Los médicos estamos programados para luchar por la vida, para no aceptar la muerte. El logro de la ciencia que supone el aumento de la esperanza de vida, se convierte al mismo tiempo en una pesadilla y en una bendición. En el tercer mundo los pacientes desean la muerte para librarse del dolor, en el nuestro para librarse de los efectos secundarios de los tratamientos.

La negación de la muerte es la expresión de la soberbia de la medicina. “Uno de los encuentros más desafortunados de la medicina moderna es un anciano débil y un médico joven y dinámico que comienza su carrera” [1].

 El don de la muerte

“Somos más felices con la muerte de lo que habriamos sido sin ella”.[2]

Ver la muerte como una oportunidad, como un don. Pone fin al dolor y al sufrimiento. La muerte es la “misericordia del tiempo”. A menudo valoramos como importante la extensión de la vida y no la intensidad con que se vive. La muerte nos obliga a abordar las cosas esenciales, a vivir en plenitud.

“La mayor parte del tiempo la mayor parte de las personas quieren vivir eternamente, pero la mayor parte del las personas por algún período de tiempo, y algunas personas la mayor parte del tiempo, no quieren hacerlo”.[3]

Modos de morir

“Debemos hablarnos todo lo que podamos. Cuando uno de nosotros muera, habrá cosas de las que el otro nunca podrá hablar con nadie más”.[4]

La muerte repentina e inesperada frente a la muerte lenta y dilatada. La primera impresión suele ser que la muerte repentina es más fácil y dulce para el que muere y más dificil para los que le sobreviven y justamente lo contrario en una muerte lenta. Una lectura más reflexiva descubre oportunidades en el proceso de una enfermedad terminal: dejar los asuntos en orden, compartir y revivir recuerdos, despedirse, perdonar, hacerse perdonar…  Morir nos da la oportunidad de completar la vida. La muerte repentina, es brusca, extraña, es incompleta. Aumenta la angustia de quienes sobreviven. Al final de la vida, mirar hacia atrás está en la esencia de esta etapa. Reescribir la novela de lo vivido a partir de los recuerdos, facilita el morir con sentido de valor.

Vivos hasta la muerte

“Sólo quiero que mi ultimo pensamiento hable hasta el último momento, he debido cambiar  de opinión. Es todo. Yo me entiendo. Si la vida llega a faltarme, lo sentiré”.[5]

Morir es parte de la vida, no de la muerte. El objetivo de la vida es saborear lo que sentimos, que existimos, aunque eso conlleve dolor, sufrimiento.  El dolor no siempre es destructivo. La ciencia nos permite aliviar los sintomas de la muerte, pero si al eliminarlos con sedantes reducimos el grado de control, de libertad, estamos privando de la experiencia de su propia muerte. Quizás haya que hablar del derecho de elegir del paciente de la forma de afrontar su muerte.

¿Cómo es posible morir?

La ambición de la medicina de conseguir la muerte sin sufrimiento, puede ser una promesa inalcanzable y en ocasiones deshonesta. En el proceso de morir los tiempos del cuerpo y de la la mente pueden desconectarse con facilidad. El dolor y el sufrimiento pueden ayudar a reconciliarse con la muerte. La enfermedad del cuerpo ayuda a la mente a aceptar la muerte.

El analisis y repaso de la vida tambien facilitan este proceso, y en este punto son clave las relaciones de afecto, de amistad. La medicalización  de la muerte ha despojado a las familias y amigos de las habilidades para acompañar a los moribundos.

Es dificil detectar cuando los intentos médicos de mejorar al paciente comienzan a ser inutiles. Cuando pasar del tratamiento al alivio. Cuando el moribundo no quiere seguir luchando, suele ser complicado aceptar esa renuncia con respeto y como una oportunidad de acompañamiento y no como abandono.

El tiempo y la eternidad

“La conciencia, el ansia de más y más, cada vez más, el hambre de eternidad y sed de finitud, las ganas de Dios jamas se satisfacen; cada conciencia quiere ser ella y ser todas las demás,sin dejar des ser ella, quiere ser Dios”.[6]

Es inherente a la condición humana la idea de trascendencia, la idea de Dios, de la eternidad. Elementos que aportan coherencia, conexión y esperanza a la existencia. La necesidad de una ilusion de control se llenó en el pasado con la idea de Dios, y en nuestro tiempo con la ciencia.

El cuidado y la despedida del cuerpo de muerto, la forma de comunicarse o recordar a los fallecidos, el proceso del duelo… son elementos que hay que entender, tener en cuenta y respetar, porque dan sentido a la pérdida y no hacerlo aumenta el dolor.

Lo que el médico necesita

Es tarea del médico que asiste a quienes están muriendo usar las manos, los ojos, el corazón, las palabras…

Los OJOS para ver la dignidad de nuestros pacientes, para evitar apartarnos del sufrimiento y de la angustia. No apartar la vista,  mirarlos a los ojos con honestidad, con valor.

Las PALABRAS como “simbolos de recuerdos compartidos”[7], haciéndolas nuestras. Facilitando el diálogo, la comunicación entre médico y paciente. Capaz de descubrir los miedos que angustian al paciente, hablando de ello.

El CONTACTO FÍSICO:  al estrechar las manos del paciente y al acercarnos para explorarlo. Un contacto que varía según la intención y el contexto, que permite continuar comunicándonos cuando las palabras no son suficientes

La PACIENCIA en un proceso tan incierto como la muerte. La serena aceptación del tiempo, la capacidad de adaptación. No se trata tanto de cuanto dure, sino de la profundidad y la calidad con que se viva.

Ciencia y poesia.

Del médico se espera su competencia profesional y su acompañamiento en el sufrimiento y la muerte, afrontando el miedo, la rabia, la perdida que experimenta el paciente. Y esto ultimo no se aprende en la facultad… Para esta tarea la Dra Heath propone beber en la literatura para crecer como médicos capaces de acompañar a nuestros pacientes cuando se enfrentan a la muerte.

Enrique Bellido

[1] B. Keizer. “My father’s death”. 2003.

[2] T. Browne. Religio Medici. 1643.

[3]  Iona Heath. Ayudar a Morir. 2008.

[4] Frase atribuida a Matisse y a Picasso por Françoise Gilot.

[5] Samuel Becket. Malone muere. 1951

[6] Miguel de Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos y la agonía del cristianismo. 1983.

[7] J. L. Borges. This Craft of Verse (The Charles Eliot Norton Lectures). 1967-1968.

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